PEREGRINO DE SANTIAGO

ALIENTOS PARA EL CAMINO

"Mi pasado Señor lo confío a tu misericordia,
mi presente a tu amor,
mi futuro a tu providencia"

viernes, 29 de enero de 2010

EL PECADO DE DAVID


El texto de la primera lectura de la Misa de hoy (2Samuel 11, 1ss), nos presenta otra cara de la persona de David. Hasta ahora, las lecturas nos habían mostrado algunos apartes de este gran personaje del Antiguo Testamento, el pequeño de la casa de Jesé, fiel a su rey Saúl, amigo entrañable de Jonatán, es mostrado hoy en una situación fuerte.
Seducido por la belleza de una mujer y llevado por su poder, pues era el rey de Israel, se acuesta con una mujer ajena (sin ofender a las damas), ella le comunica después que está en embarazo y él buscará los medios necesarios para apartar el problema. El hagiógrafo nos desarrolla la estrategia de David, primero quiere que se borre la situación buscando que Urías se acueste con su mujer y se subsane la paternidad (falso positivo, en lenguaje colombiano)... pero la fidelidad del soldado es firme, no se va a donde su esposa, por más que le insista su rey y así lo emborrache, permanece en la puerta del palacio... El Rey va más allá y no duda en hacer que muera en combate... el texto de mañana nos presentará la respuesta de Dios Nuestro Señor por boca del profeta Natán... por ahora valoremos la situación de pecado, es interesante volver en los primeros versículos del relato, David permaneció en Jerusalén cuando todos los reyes estaban en el período de guerra, estaba haciendo pereza, se levantó en la tarde y se paseaba por el palacio... no está mal descansar, pero podemos ver que no está donde tendría que estar... muchas veces la comodidad de la vida nos puede hacer caer en situaciones de pecado, podemos ser o creernos muy buenos cristianos y terminar cayendo en tristes situaciones de pecado por descuidados... debemos mantener una tensión de guerra, mientras estemos en este mundo no tendremos una paz plena, que solo el Señor Dios nos puede conceder, la Jerusalén de nuestro descanso no está aquí; requerimos constantemente de la ayuda del Espíritu Santo para que nos ilumine y fortalezca a lo largo de nuestros días, la tentación no puede más que nosotros... dejemos que la semilla del Reino haga su obra en nosotros, abramos espacio al Señor y con esperanza Él permitirá que demos buenos frutos, así nos lo propone en el Evangelio (San Marcos 4, 26-34)