PEREGRINO DE SANTIAGO

ALIENTOS PARA EL CAMINO

"Mi pasado Señor lo confío a tu misericordia,
mi presente a tu amor,
mi futuro a tu providencia"

sábado, 10 de septiembre de 2011

SEPTIEMBRE 11 - DOMINGO 24 DEL TIEMPO ORDINARIO

EL PERDÓN ES UNA NECESIDAD


La Palabra Dominical sigue teniendo una orientación hacia la práctica, nos ayuda a concretar con precisión cómo vive el cristiano, pues no basta con profesar la fe verdadera y decir que creemos en Jesucristo Hijo del Padre, mientras la vida pudiera ir por otro camino, tal vez en contradicción con las mismas enseñanzas del Salvador.

Hace ocho días el énfasis se hacía sobre la corrección fraterna, en este día nos sentimos interpelados por la invitación al perdón. Esta reflexión pone el énfasis en la NECESIDAD, no es una opción perdonar, sí, puede sonar muy fuerte, pero la Palabra Divina, digámoslo sin miedo, el Padre Dios y su Hijo quieren que el perdón sea parte de nuestra dinámica en las relaciones con los demás. Así lo proclama el libro del Sirácida (Eclesiástico) y lo ratifica Jesús a Pedro.

¿Por qué es tan importante? ¿Olvida Dios Nuestro Señor que los seres humanos somos tan propensos a las ofensas? Ha de hacer parte de nuestra vida de discípulos el perdón, porque Dios mismo lo practica con nosotros... Vivimos de la misericordia del Padre - del Hijo y del Espíritu, nuestra infidelidad e ingratitud para con la Trinidad es tan grande, que si no fuera porque es Dios es 'compasivo y misericordioso' hace rato estaríamos más perdidos de lo que estamos. Hemos de perdonar entonces porque Dios Padre y Jesús lo hacen con nosotros.

El perdón es entonces un gran motor del amor que no permite que las relaciones se anquilosen, permite que podamos perseverar con nuevos proyectos, vivir con rencor, odio, reticencias nos va amargando la vida, deja que las sombras la cubran, perdiendo de vista que la vida es bella y hemos de gozarla sin dejar que los límites del mal la opaquen. No perdonar es dejar que el mal vaya venciendo, perdonar es dejar que el bien vaya haciendo su obra, aún por caminos que nosotros no alcanzamos a contemplar.

No se ha dicho que perdonar sea fácil, pero es la única solución frente al desorden de nuestras relaciones, que muchas veces son tan frágiles... Perdonar requiere pues apertura, nunca digamos que NO al perdón, pero estemos dispuestos a que el Espíritu Santo vaya haciendo su obra cuando sintamos que nuestras fuerzas flaquean, pues hay situaciones que nos golpean mucho... Por eso el perdón es obra de la gracia divina... El mayor signo del perdón divino para con nosotros es la cruz, que al contemplarla reconozcamos tanto amor divino y que desde allí nos lancemos a sanar un mundo que se destroza por las enemistades y las discordias.... Para terminar: NO TEMAMOS PERDONAR Y NO TEMAMOS PEDIR PERDÓN

¡Santísimo Padre nuestro: creador, redentor, consolador y salvador nuestro!
Perdónanos nuestras deudas: por tu inefable misericordia, por la virtud de la pasión de tu amado Hijo y por los méritos y la intercesión de la beatísima Virgen y de todos tus elegidos.
Así como nosotros perdonamos a nuestros deudores: y lo que no perdonamos plenamente, haz tú, Señor, que plenamente lo perdonemos, para que por ti amemos de verdad a los enemigos y en favor de ellos intercedamos devotamente ante ti, no devolviendo a nadie mal por mal (1Tes 5, 15), y para que procuremos ser en ti útiles en todo.
Y no dejes caer en tentación: oculta o manifiesta, imprevista o insistente.
Mas líbranos del mal: pasado, presente y futuro. Gloria al Padre (San Francisco de Asís)


LITURGIA DE LA PALABRA

Primera lectura
Lectura del libro del Eclesiástico (27,33–28,9):


Furor y cólera son odiosos; el pecador los posee. Del vengativo se vengará el Señor y llevará estrecha cuenta de sus culpas. Perdona la ofensa a tu prójimo, y se te perdonarán los pecados cuando lo pidas. ¿Cómo puede un hombre guardar rencor a otro y pedir la salud al Señor? No tiene compasión de su semejante, ¿y pide perdón de sus pecados? Si él, que es carne, conserva la ira, ¿quién expiará por sus pecados? Piensa en tu fin, y cesa en tu enojo; en la muerte y corrupción, y guarda los mandamientos. Recuerda los mandamientos, y no te enojes con tu prójimo; la alianza del Señor, y perdona el error.


Palabra de Dios
Salmo
Sal 102,1-2.3-4.9-10.11-12

R/.
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia


Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R/.

No está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R/.

Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (14,7-9):

Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo. Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; en la vida y en la muerte somos del Señor. Para esto murió y resucitó Cristo: para ser Señor de vivos y muertos.

Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (18,21-35):

En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?»
Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo." El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: "Págame lo que me debes." El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré." Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?" Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.»

Palabra del Señor


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