PEREGRINO DE SANTIAGO

ALIENTOS PARA EL CAMINO

"Mi pasado Señor lo confío a tu misericordia,
mi presente a tu amor,
mi futuro a tu providencia"

sábado, 10 de septiembre de 2011

SEPTIEMBRE 4 - DOMINGO XXIII DEL TIEMPO ORDINARIO

EL VALOR DE LA CORRECCIÓN FRATERNA

Hace ocho días no pude compartir alguna reflexión sobre la Palabra Dominical para nuestro crecimiento, de todos modos, a ocho días, no quisiera pasar de largo sin dejar algunas líneas.

La Palabra tiene una llamada valiosa a ejercer una práctica de creyentes como es la CORRECCIÓN FRATERNA, las mismas lecturas nos permiten reflexionar sobre ella desde varias preguntas básicas:

¿QUÉ? Ya se ha afirmado cómo la liturgia de la Palabra invita a ver la corrección como una práctica necesaria.

¿PARA QUÉ? Para buscar la salvación de la otra persona, no se corrige para humillar a alguien como para buscar su bien, su realización.

¿POR QUÉ ? La principal razón para corregir está en el amor que al prójimo se debe, si amamos a alguien no lo dejamos perderse.

¿CÓMO? Jesús en su Evangelio nos precisa un método concreto para acercarse al prójimo, llamarlo a solas, convocar otros testigos, hacer pública la situación... De todos modos el objetivo sigue siendo el mismo: la salvación del hermano.

Ayúdame Señor a permanecer enmudecido a los pies de tu cruz para escuchar tu Palabra y dejarme alcanzar y modelar por ella. Sólo la Palabra de tu cruz revela la verdad de mi vida y desvela el disfraz de mi mentira. Tu Palabra me juzga, Señor, me juzga severamente; ante ella no puedo, no quiero, esconderme. Descubro con la delicia y la alegría del niño que, mientras tu Palabra 'hiere, cura' (Job 5, 18), de ella nace una vida nueva.
Descubro que 'el Señor reprende a quien ama, como un padre a su hijo predilecto' (Prov 3, 12). Descubro que 'él reprende, corrige, enseña y conduce como un pastor su rebaño' (Sir 18, 13). Y aún descubro que la Palabra de la cruz me atrae y su potencia divina acoge mi debilidad primaria y transforma el mal en bien. Señor, ayúdame a ser según tu Palabra.


LITURGIA DE LA PALABRA

Primera lectura
Lectura de la profecía de Ezequiel (33,7-9):


Así dice el Señor: «A ti, hijo de Adán, te he puesto de atalaya en la casa de Israel; cuando escuches palabra de mi boca, les darás la alarma de mi parte. Si yo digo al malvado: "¡Malvado, eres reo de muerte!", y tú no hablas, poniendo en guardia al malvado para que cambie de conducta, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre; pero si tú pones en guardia al malvado para que cambie de conducta, si no cambia de conducta, él morirá por su culpa, pero tú has salvado la vida.»


Palabra de Dios
Salmo
Sal 94,1-2.6-7.8-9

R/.
Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
«No endurezcáis vuestro corazón»


Venid, aclamemos al Señor,
demos vitores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. R/.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masa en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.» R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (13,8-10):

A nadie le debáis nada, más que amor; porque el que ama a su prójimo tiene cumplido el resto de la ley. De hecho, el «no cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no envidiarás» y los demás mandamientos que haya, se resumen en esta frase: «Amarás a tu prójimo como a tí mismo.» Uno que ama a su prójimo no le hace daño; por eso amar es cumplir la ley entera.

Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (18,15-20):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.»

Palabra del Señor

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