PEREGRINO DE SANTIAGO

ALIENTOS PARA EL CAMINO

"Mi pasado Señor lo confío a tu misericordia,
mi presente a tu amor,
mi futuro a tu providencia"

martes, 31 de enero de 2012

SAN JUAN BOSCO


SAN JUAN BOSCO (1815 – 1888)
Patrono del SENA
Padre y Maestro de la Juventud

“En la vida de don Bosco, lo sobrenatural se hizo casi natural y lo extraordinario, ordinario” (Papa Pío XI)




En el último día de enero celebramos los católicos la fiesta de San Juan Bosco, el Santo Patrono de nuestra querida institución: El SENA.

La Iglesia Católica celebra su memoria en esta fecha porque el santo murió en Turín (Italia) en la madrugada del 31 de enero de 1.888. El había nacido en una vereda de Turín en el seno de una familia piamontés muy pobre, pero donde había mucho amor y una profunda religiosidad. Nunca supo lo que fue comprar libros nuevos o estrenar vestidos. Todo en su casa era de segunda mano, menos el amor.

Esta pobreza lo hará -por toda la vida- enormemente comprensivo con la gente pobre, carente de influencias para poder estudiar, y lo llevará a dedicar toda su existencia al servicio de los más necesitados. Para ellos fundó escuelas de formación y talleres de aprendizaje; los dos primeros: el de zapatería y el de sastrería fueron inaugurados en 1853. Allí instituyó los cursos técnicos y los de primeras letras. Ya en 1856 había cuatro talleres más, una escuela de agricultura y una imprenta. Con algunos de los muchachos pobres que iba educando logró fundar una Comunidad Religiosa (Los Salesianos), dedicada a la formación de la juventud obrera.


En Italia a los sacerdotes se les dice “Don”; por eso al santo la gente lo llamó siempre “Don Bosco”. Antes de morir, después de 40 años de trabajo como sacerdote, recomendaba a sus seguidores:

 “Trabajad mucho por los jóvenes pobres, por los enfermos, por los ancianos, por la gente más necesitada y sin trabajo; así conseguiréis enormes bendiciones de Dios. Por mi parte, os espero en el Paraíso”.

46 años después de su muerte, en 1934, fue declarado Santo y patrono de la Juventud.

Celebremos la memoria de este Santo que se presenta en nuestras vidas como modelo de servicio y trabajo por la juventud, quienes a pesar de sus dificultades económicas y familiares, se esfuerzan por aprender un oficio y salir adelante con orgullo y satisfacción.

En el SENA, la Formación Integral, es un valor y un derrotero a seguir.


¿Qué significa tener a san Juan Bosco como Patrono?


Con la palabra ‘patrono’ se quiere hacer referencia a un santo en particular que se elige como protector o defensor de alguna persona, parroquia, congregación religiosa o institución, como es el caso del SENA.
La Formación Profesional Integral, meta principal de nuestra institución, contempla la fe como un valor para el crecimiento coherente de la persona humana; san Juan Bosco se preocupó por brindar una formación seria a la juventud de su tiempo y fue el buen Padre Dios quien le inspiró y alentó tan gran proyecto, del cual hay valiosos frutos en la actualidad.
Pidamos a san Juan Bosco para que el SENA cumpla bien su tarea, formando los trabajadores colombianos, contribuyendo al crecimiento integral de cada persona y de la Patria colombiana, tan necesitada de mayor Justicia, camino seguro para la Paz duradera.


Pidamos la intercesión de este amigo del cielo:



Oh San Juan Bosco, cuando estabas en esta tierra no había nadie que acudiendo a ti, no fuera por ti mismo benignamente recibido, consolado y ayudado. Ahora en el cielo, donde la caridad se perfecciona ¡cuánto debe arder tu gran corazón en amor hacia los necesitados! Mira, pues, mis presentes necesidades y ayúdame, obteniéndome del Señor, la gracia que te pido (pídase la gracia).
Tú también experimentaste durante la vida las privaciones, las enfermedades, las contradicciones, la incertidumbre del porvenir, las ingratitudes, las afrentas, las calumnias, las persecuciones y sabes qué cosa es sufrir.
Ea, pues, oh Don Bosco Santo, vuelve hacia mí tu bondadosa mirada y obtenme del Señor cuánto pido, si es ventajoso para mí vida; o si no, obtenme alguna otra gracia que me sea aún más útil, y una conformidad filial a la divina voluntad en todas las cosas, al mismo tiempo que una vida virtuosa y una santa muerte. Así sea.






Don Bosco fue en fiel hijo de María, la Madre de Jesús, ella cuidó su vida y sus proyectos, fue siempre su AUXILIADORA:



¡Oh María! Virgen Poderosa:
Tú, la grande e ilustre defensora de la Iglesia;
Tú, Auxiliadora admirable de los cristianos,
¡oh Madre!, defiéndenos en nuestras angustias,
en nuestras luchas y en nuestras necesidades;
líbranos del enemigo
y en la hora de la muerte llévanos al Cielo.

Amén.


domingo, 29 de enero de 2012

ENERO 29 - DOMINGO IV DEL TIEMPO ORDINARIO

BAJO LA AUTORIDAD DEL SEÑOR DIOS Y RESPONSABLES DE NOSOTROS


Quisiera reflexionáramos la Palabra de este Domingo desde la CUALIDAD DE LA AUTORIDAD, quiero enfatizar en el hecho de la cualidad, pues TENER AUTORIDAD, no significa simplemente tener un puesto, un cargo sobre otros.

Hoy día, creo que una de las causas del caos que vive el mundo, nuestra patria y sus municipios es la FALTA DE AUTORIDAD, el desorden social, el desenfoque de los jóvenes, también tienen en ella su fuente. Es evidente la falta de padres y madres de familia que gocen de esta cualidad, ni qué decir de nuestros mismos gobernantes; la autoridad parece concebirse como dominio sobre los demás, como abuso de poder, como ocasión para buscar sólo el beneficio personal. Hay una pérdida fuerte del SENTIDO DE LA AUTORIDAD.

¿Qué puede aportarnos la Divina Palabra para responder a esta situación?

En el libro del Deuteronomio, el Señor Dios promete a Moisés un sucesor con su misma talla, alguien que con la autoridad de Moisés, sepa guiar al pueblo, sea un profeta fiel que sirva en nombre del Señor y oriente a los suyos por el camino correcto. Dicha promesa de cumplió siempre, el Buen Dios, protector de su pueblo, jamás dejó de guiar a los suyos, los profetas fueron los mejores garantes de esta dirección con autoridad divina, aunque el pueblo no los escuchó muchas veces.

En la Plenitud del Tiempo, la llegada de Jesucristo es el cumplimiento de la promesa de ese gran líder que hablaría en el nombre del Señor Dios; Jesús es reconocido por su autoridad, y ésta se expresa en su manera de hablar, pues habla desde su experiencia, habla como testigo y también sus obras dan fuerza a sus palabras, es coherente. La autoridad del Salvador no está basada en  que ordene o maltrate o subyugue, antes bien, se funda en su vida, en su experiencia del Amor del Padre, que quiere participar a sus discípulos.

Pidamos para nosotros SER PERSONAS DE AUTORIDAD, en tres niveles:
- AUTORIDAD PERSONAL: ser 'señores'-'señoras' de nuestra propia vida, conscientes y coherentes con lo que somos y decimos, siempre perseverantes en el bien.
- AUTORIDAD SOCIAL: Si ejercemos algún cargo frente a otros no abusar, sino servir y si estamos bajo la autoridad de otra personas, saber estar con dignidad en nuestro lugar y no estar creando conflictos con la autoridad que sean innecesarios.
- AUTORIDAD DIVINA: Poner siempre al buen SEÑOR, como patrón y regulador de nuestra vida; ser siempre HUMILDES SIERVOS que se sienten amparados por su protector.
LITURGIA DE LA PALABRA

Primera lectura
Lectura del Deuteronomio (18,15-20):

Moisés habló al pueblo, diciendo: «Un profeta, de entre los tuyos, de entre tus hermanos, como yo, te suscitará el Señor, tu Dios. A él lo escucharéis. Es lo que pediste al Señor, tu Dios, en el Horeb, el día de la asamblea: "No quiero volver a escuchar la voz del Señor, mi Dios, ni quiero ver más ese terrible incendio; no quiero morir." El Señor me respondió: "Tienen razón; suscitaré un profeta de entre sus hermanos, como tú. Pondré mis palabras en su boca, y les dirá lo que yo le mande. A quien no escuche las palabras que pronuncie en mi nombre, yo le pediré cuentas. Y el profeta que tenga la arrogancia de decir en mi nombre lo que yo no le haya mandado, o hable en nombre de dioses extranjeros, ese profeta morirá”.»

Palabra de Dios
Salmo
Sal 94,1.2.6-7.8-9

R/.
 Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: 
«No endurezcáis vuestro corazón»


Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. R/.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.» R/.
Segunda lectura
Lectura de la primera carta de san Pablo a los Corintios (7,32-35):

Quiero que os ahorréis preocupaciones: el soltero se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; en cambio, el casado se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su mujer, y anda dividido. Lo mismo, la mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor, consagrándose a ellos en cuerpo y alma; en cambio, la casada se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su marido. Os digo todo esto para vuestro bien, no para poneros una trampa, sino para induciros a una cosa noble y al trato con el Señor sin preocupaciones.

Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,21-28):

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad.
Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.»
Jesús lo increpó: «Cállate y sal de él.»
El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.»
Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.

Palabra del Señor

martes, 24 de enero de 2012

SAN FRANCISCO DE SALES, obispo y doctor de la Iglesia


San Francisco de Sales
(Audiencia General del Papa Benedicto XVI, marzo 2 de 2011)




Queridos hermanos y hermanas:
«Dios es el Dios del corazón humano» (Tratado del amor de Dios, I, XV): en estas palabras aparentemente sencillas captamos la huella de la espiritualidad de un gran maestro, del que quiero hablaros hoy, san Francisco de Sales, obispo y doctor de la Iglesia. Nació en 1567 en una región francesa fronteriza. Era hijo del señor de Boisy, una antigua y noble familia de Saboya. Vivió a caballo entre dos siglos, el XVI y el XVII, recogió en sí lo mejor de las enseñanzas y de las conquistas culturales del siglo que terminaba, reconciliando la herencia del humanismo con la tendencia hacia lo absoluto propia de las corrientes místicas. Su formación fue muy esmerada; en París hizo los estudios superiores, dedicándose también a la teología; y en la Universidad de Padua, los estudios de derecho, como deseaba su padre, que concluyó de forma brillante con el doctorado en utroque iure, derecho canónico y derecho civil. En su armoniosa juventud, reflexionando sobre el pensamiento de san Agustín y de santo Tomás de Aquino, tuvo una profunda crisis que lo indujo a interrogarse sobre su salvación eterna y sobre la predestinación de Dios con respecto a sí mismo, sufriendo como verdadero drama espiritual las principales cuestiones teológicas de su tiempo. Oraba intensamente, pero la duda lo atormentó de tal manera que durante varias semanas casi no logró comer ni dormir bien. En el culmen de la prueba, fue a la iglesia de los dominicos en París y, abriendo su corazón, rezó de esta manera: «Cualquier cosa que suceda, Señor, tú que tienes todo en tu mano, y cuyos caminos son justicia y verdad; cualquier cosa que tu hayas decidido para mí...; tú que eres siempre juez justo y Padre misericordioso, yo te amaré, Señor (...), te amaré aquí, oh Dios mío, y esperaré siempre en tu misericordia, y repetiré siempre tu alabanza... ¡Oh Señor Jesús, tu serás siempre mi esperanza y mi salvación en la tierra de los vivos!» (I Proc. Canon., vol. I, art. 4). A sus veinte años Francisco encontró la paz en la realidad radical y liberadora del amor de Dios: amarlo sin pedir nada a cambio y confiar en el amor divino; no preguntar más qué hará Dios conmigo: yo sencillamente lo amo, independientemente de lo que me dé o no me dé. Así encontró la paz y la cuestión de la predestinación —sobre la que se discutía en ese tiempo— se resolvió, porque él no buscaba más de lo que podía recibir de Dios; sencillamente lo amaba, se abandonaba a su bondad. Este fue el secreto de su vida, que se reflejará en su obra más importante: el Tratado del amor de Dios.
Venciendo la resistencia de su padre, Francisco siguió la llamada del Señor y, el 18 de diciembre de 1593, fue ordenado sacerdote. En 1602 se convirtió en obispo de Ginebra, en un período en el que la ciudad era el bastión del calvinismo, tanto que la sede episcopal se encontraba «en exilio» en Annecy. Pastor de una diócesis pobre y atormentada, en un enclave de montaña del que conocía bien tanto la dureza como la belleza, escribió: «[A Dios] lo encontré lleno de dulzura y ternura entre nuestras más altas y ásperas montañas, donde muchas almas sencillas lo amaban y lo adoraban con toda verdad y sinceridad; el corzo y el rebeco corrían de aquí para allá entre los hielos espantosos para anunciar sus alabanzas», (Carta a la madre de Chantal, octubre de 1606, en Oeuvres, ed. Mackey, t. XIII, p. 223). Y, sin embargo, fue inmensa la influencia de su vida y de su enseñanza en la Europa de la época y de los siglos siguientes. Es apóstol, predicador, escritor, hombre de acción y de oración; comprometido en hacer realidad los ideales del concilio de Trento; implicado en la controversia y en el diálogo con los protestantes, experimentando cada vez más la eficacia de la relación personal y de la caridad, más allá del necesario enfrentamiento teológico; encargado de misiones diplomáticas a nivel europeo, y de tareas sociales de mediación y reconciliación. Pero san Francisco de Sales es, sobre todo, un director de almas: el encuentro con una mujer joven, la señora de Charmoisy, lo impulsó a escribir uno de los libros más leídos de la edad moderna, laIntroducción a la vida devota. De su profunda comunión espiritual con una personalidad excepcional, santa Juana Francisca de Chantal, nació una nueva familia religiosa, la Orden de la Visitación, caracterizada —como quiso el santo— por una consagración total a Dios vivida en la sencillez y la humildad, en hacer extraordinariamente bien las cosas ordinarias: «...quiero que mis Hijas —escribió— no tengan otro ideal que el de glorificar [a nuestro Señor] con su humildad» (Carta a mons. de Marquemond, junio de 1615). Murió en 1622, a los cincuenta y cinco años, tras una existencia marcada por la dureza de los tiempos y por los trabajos apostólicos.
La vida de san Francisco de Sales fue relativamente breve, pero de gran intensidad. La figura de este santo produce una impresión de extraña plenitud, demostrada con la serenidad de su búsqueda intelectual, pero también en la riqueza de sus afectos, en la «dulzura» de sus enseñanzas que han ejercido gran influencia en la conciencia cristiana. De la palabra «humanidad» encarnó distintas acepciones que, hoy como ayer, puede asumir este término: cultura y cortesía, libertad y ternura, nobleza y solidaridad. En su aspecto tenía algo de la majestad del paisaje en que vivió, conservando también su sencillez y su naturaleza. Las antiguas palabras y las imágenes con las que se expresaba resuenan inesperadamente, también en el oído del hombre de hoy, como una lengua nativa y familiar.
A Filotea, destinataria ideal de su Introducción a la vida devota (1607), san Francisco de Sales dirige una invitación que en su época pudo parecer revolucionaria. Es la invitación a ser completamente de Dios, viviendo en plenitud la presencia en el mundo y los deberes del propio estado. «Mi intención es la de instruir a aquellos que viven en la ciudad, en el estado conyugal, en la corte...» (Prefacio a la Introducción a la vida devota). El documento con el que el Papa Pío IX, más de dos siglos después, lo proclamó doctor de la Iglesia insiste en esta ampliación de la llamada a la perfección, a la santidad. En él se dice: «[la verdadera piedad] ha penetrado hasta el trono de los reyes, en la tienda de los jefes de los ejércitos, en el tribunal de los jueces, en las oficinas, en las tiendas e incluso en las cabañas de los pastores» (breve Dives in misericordia, 16 de noviembre de 1877). Así nacía la llamada a los laicos, el interés por la consagración de las cosas temporales y por la santificación de lo cotidiano, en los que insistirán el concilio Vaticano II y la espiritualidad de nuestro tiempo. Se manifestaba el ideal de una humanidad reconciliada, en la sintonía entre acción en el mundo y oración, entre condición secular y búsqueda de la perfección, con la ayuda de la gracia de Dios que impregna lo humano y, sin destruirlo, lo purifica, elevándolo a las alturas divinas. A Teótimo, el cristiano adulto, espiritualmente maduro, al que dirige unos años más tarde suTratado del amor de Dios (1616), san Francisco de Sales ofrece una lección más compleja. Esta lección supone, al inicio, una precisa visión del ser humano, una antropología: la «razón» del hombre, más aún, el «alma racional», se presenta allí como una arquitectura armónica, un templo, articulado en varios espacios, alrededor de un centro, que él llama, junto con los grandes místicos, «cima», «punta» del espíritu, o «fondo» del alma. Es el punto en el que la razón, recorridos todos sus grados, «cierra los ojos» y el conocimiento se funde con el amor (cf. libro I, cap. XII). Que el amor, en su dimensión teologal, divina, sea la razón de ser de todas las cosas, en una escala ascendente que no parece conocer fracturas o abismos, san Francisco de Sales lo resumió en una famosa frase: «El hombre es la perfección del universo; el espíritu es la perfección del hombre; el amor es la del espíritu; y la caridad es la perfección del amor» (ib., libro X, cap. I).
En un tiempo de intenso florecimiento místico, el Tratado del amor de Dios es una verdaderasumma, y a la vez una fascinante obra literaria. Su descripción del itinerario hacia Dios parte del reconocimiento de la «inclinación natural» (ib., libro I, cap. XVI), inscrita en el corazón del hombre, aunque pecador, a amar a Dios sobre todas las cosas. Según el modelo de la Sagrada Escritura, san Francisco de Sales habla de la unión entre Dios y el hombre desarrollando una serie de imágenes de relación interpersonal. Su Dios es padre y señor, esposo y amigo, tiene características maternas y de nodriza, es el sol del que incluso la noche es misteriosa revelación. Ese Dios atrae hacia sí al hombre con vínculos de amor, es decir, de verdadera libertad: «Ya que el amor no tiene forzados ni esclavos, sino que reduce todas las cosas bajo la propia obediencia con una fuerza tan deliciosa que, si nada es tan fuerte como el amor, nada es tan amable como su fuerza» (ib., libro I, cap. VI). En el Tratado de nuestro santo encontramos una meditación profunda sobre la voluntad humana y la descripción de su fluir, pasar, morir, para vivir (cf. ib., libro IX, cap. XIII) en el completo abandono no sólo a la voluntad de Dios, sino también a lo que a él le complace, a su «bon plaisir», a su beneplácito (cf. ib., libro IX, cap. I). En la cumbre de la unión con Dios, además de los arrebatos del éxtasis contemplativo, se coloca ese fluir de la caridad concreta, que está atenta a todas las necesidades de los demás y que él llama «éxtasis de la vida y de las obras» (ib., libro VII, cap. VI).
Leyendo el libro sobre el amor de Dios, y más aún las numerosas cartas de dirección y de amistad espiritual, se nota bien qué gran conocedor del corazón humano fue san Francisco de Sales. A santa Juana de Chantal escribe: «Esta es la regla de nuestra obediencia, que os escribo con letras mayúsculas: hacer todo por amor, nada por la fuerza, amar más la obediencia que temer la desobediencia. Os dejo el espíritu de libertad, ya no el que excluye la obediencia, pues esta es la libertad del mundo; sino el que excluye la violencia, el ansia y el escrúpulo» (Carta del 14 de octubre de 1604). No por nada, en el origen de muchos de los caminos de la pedagogía y de la espiritualidad de nuestro tiempo encontramos precisamente las huellas de este maestro, sin el cual no hubieran existido san Juan Bosco ni el heroico «caminito» de santa Teresa de Lisieux.
Queridos hermanos y hermanas, en un tiempo como el nuestro que busca la libertad, incluso con violencia e inquietud, no se debe perder la actualidad de este gran maestro de espiritualidad y de paz, que lega a sus discípulos el «espíritu de libertad», la verdadera, como culmen de una enseñanza fascinante y completa sobre la realidad del amor.
San Francisco de Sales es un testigo ejemplar del humanismo cristiano. Con su estilo familiar, con parábolas que tienen a menudo el batir de alas de la poesía, recuerda que el hombre lleva inscrita en lo más profundo de su ser la nostalgia de Dios y que sólo en él encuentra la verdadera alegría y su realización más plena.

domingo, 22 de enero de 2012

ENERO 22 - DOMINGO III DEL TIEMPO ORDINARIO

VOLVIENDO AL SEÑOR

En nuestras noticias colombianas ha sonado en esta semana el eco por varios millones 'invertidos' en un Chamán para que por sus 'movimientos ancestrales', lograra que no lloviera en el evento conclusivo de un torneo deportivo. Al Chamán le fue bien, el escándalo se inició con el despilfarro, pero se desenfocó en la atención sobre la posibilidad e imposibilidad de tales rituales para obtener beneficios. Me causa gracia tal situación pues en el siglo XXI, donde tenemos la posibilidad de estar tan 'avanzados' con la ciencia, y donde creemos que ya todo está resuelto por la técnica, tener que recurrir a estos primitivos medios es curioso. No han faltado tampoco noticias en torno a rituales para conjurar malas situaciones que afectan el país, que afectan a los municipios.

Detrás de todas estas manifestaciones 'trascendentales' noto una constante frente a la cual la Revelación Cristiana ha tenido que hacer frente siempre, habrían varios elementos para mencionar y se me confunden en la mente, en este momento sólo quiero referirme al énfasis que la Palabra del Señor siempre hace en la importancia de la libertad, en que el ser humano sea responsable de sus actos y no esté echando en cara a la  naturaleza la gracia o desgracia de su situación personal.

La Palabra Dominical habla precisamente de la actitud de conversión de los Ninivitas, se les dio un ultimatum y no hicieron ritos extraños para salir de la calamidad que se les avecinaba: 'SE CONVIRTIERON AL SEÑOR'; el salmista desea vivir mejor y pide al Señor que le muestre el Camino de sus mandatos; San Pablo, ante la provisoriedad del mundo, aconseja a los cristianos de Corinto que vivan libres en el Señor. Esta actitud de libertad, de actitud frente a la voluntad Divina, de disposición frente a sus mandamientos es la clave de la vida cristiana. Jesús, en los versículos del Evangelio que se nos regalan, hace una síntesis de su mensaje: VUELVAN AL SEÑOR Y CREAN EN EL EVANGELIO.

Convertirse es el ejercicio constante del Cristiano, pero no es en primera medida cambiar hábitos, es descubrir el Amor tan grande del Padre Dios por nosotros, eso es la BUENA NOTICIA-EVANGELIO, y desde ese Amor qué hago: ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?, buscando continuamente que mi vida corresponda a su Santa Voluntad que se haya sintetizada en los 10 mandamientos y se concentra mejor en el AMOR A ÉL Y AL PRÓJIMO. Deseemos siempre volver al Señor, que cada día sigamos deseando estar en su presencia y en esta perseverancia iremos notando cómo el Espíritu del Padre y el Hijo nos dan un corazón nuevo.


LITURGIA DE LA PALABRA

Primera lectura
Lectura de la profecía de Jonás (3,1-5.10):

En aquellos días, vino la palabra del Señor sobre Jonás: «Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predícale el mensaje que te digo.»
Se levantó Jonás y fue a Nínive, como mandó el Señor. Nínive era una gran ciudad, tres días hacían falta para recorrerla.
Comenzó Jonás a entrar por la ciudad y caminó durante un día, proclamando: «¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!»
Creyeron en Dios los ninivitas; proclamaron el ayuno y se vistieron de saco, grandes y pequeños.
Y vio Dios sus obras, su conversión de la mala vida; se compadeció y se arrepintió Dios de la catástrofe con que había amenazado a Nínive, y no la ejecutó.

Palabra de Dios
Salmo
Sal 24,4-5ab.6-7bc.8-9

R/.
 Señor, enséñame tus caminos

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R/.

Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor. R/.

El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R/.
Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (7,29-31):

Digo esto, hermanos: que el momento es apremiante. Queda como solución que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no lo estuvieran; los que compran, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la representación de este mundo se termina.

Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,14-20):

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios.
Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»
Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago.
Jesús les dijo: «Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.»
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.

Palabra del Señor

miércoles, 18 de enero de 2012

BASTA UNA IMAGEN IV

No sé si será la última serie, aprovechemos la riqueza de tanta gente inteligente que hace estas cosas con las fotografías y nos invita a pensar con detenimiento...















































BASTA UNA IMAGEN III

Que puedan seguir alimentando la vista y el corazón...








Yo diría aquí que, 'cada uno tiene sus prioridades'











BASTA UNA IMAGEN II

No sé cuáles imágenes dejar a un lado, mejor decidan ustedes, pues yo no he podido,