EL GRAN PODER DE JESÚS
¿Será que la Palabra es repetitiva al presentarnos siempre milagros? No es así, ya anotaba antes que cada milagro tiene una mirada nueva sobre Jesús. El Evangelio de hoy nos muestra en su plenitud el mayor poder de Jesús: JESÚS VENCE EL PECADO.
Los fariseos reaccionan porque Jesús blasfema, esta acción implicaba la muerte, pues pretende el Maestro ponerse en el lugar de Dios N.S.; era peor que tocar al leproso, esta situación se solucionaba con los ritos de purificación en el Templo. Jesús está mostrando con la curación del paralítico que Él es Dios, que tiene poder sobre todas las cosas, en especial sobre la la mayor desgracia humana como es la muerte.
Tal vez hoy no nos alarmemos tanto como los fariseos y escribas por las palabras de Jesús, quizás creamos que ya sabemos que Jesús lo perdona, y tal vez no nos sorprenda, pues nos interesa más que Jesús haga prodigios sobre enfermedades muy graves. Nuestra conciencia del carácter nocivo y destructivo del pecado es poca, hay personas que incluso venden la idea que es una falacia, una manera por la cual la Iglesia quiere 'enfermar' mentalmente a los fieles, impidiéndoles 'gozar' la verdadera vida.
La misión de Jesús es QUITAR EL PECADO DEL MUNDO, su drama, que lo llevará hasta la cruz será éste, LIBERARNOS DE LA DESTRUCCIÓN DEL PECADO.
Deseemos que Jesús nos limpie del pecado, que abra nuestra conciencia más y más para reconocer la gran necesidad que de Él tenemos y supliquemos continuamente vernos libres de su influencia.
LITURGIA DE LA PALABRA
Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (43,18-19.21-22.24b-25):
Así dice el Señor: «No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis? Abriré un camino por el desierto, ríos en el yermo, para apagar la sed del pueblo que yo formé, para que proclamara mi alabanza. Pero tú no me invocabas, Jacob, ni te esforzabas por mí, Israel; me avasallabas con tus pecados y me cansabas con tus culpas. Yo, yo era quien por mi cuenta borraba tus crímenes y no me acordaba de tus pecados.»
Palabra de Dios
SalmoAsí dice el Señor: «No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis? Abriré un camino por el desierto, ríos en el yermo, para apagar la sed del pueblo que yo formé, para que proclamara mi alabanza. Pero tú no me invocabas, Jacob, ni te esforzabas por mí, Israel; me avasallabas con tus pecados y me cansabas con tus culpas. Yo, yo era quien por mi cuenta borraba tus crímenes y no me acordaba de tus pecados.»
Palabra de Dios
Sal 40,2-3.4-5.13-14.15b
R/. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti
Dichoso el que cuida del pobre y desvalido;
en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor. R/.
El Señor lo guarda y lo conserva en vida,
para que sea dichoso en la tierra,
y no lo entrega a la saña de sus enemigos. R/.
El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,
calmará los dolores de su enfermedad.
Yo dije: «Señor, ten misericordia,
sáname, porque he pecado contra ti.» R/.
A mí, en cambio, me conservas la salud,
me mantienes siempre en tu presencia.
Bendito el Señor, Dios de Israel,
ahora, y por siempre. Amén. Amén. R/.
Segunda lecturaR/. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti
Dichoso el que cuida del pobre y desvalido;
en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor. R/.
El Señor lo guarda y lo conserva en vida,
para que sea dichoso en la tierra,
y no lo entrega a la saña de sus enemigos. R/.
El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,
calmará los dolores de su enfermedad.
Yo dije: «Señor, ten misericordia,
sáname, porque he pecado contra ti.» R/.
A mí, en cambio, me conservas la salud,
me mantienes siempre en tu presencia.
Bendito el Señor, Dios de Israel,
ahora, y por siempre. Amén. Amén. R/.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (11,18-22):
¡Dios me es testigo! La palabra que os dirigimos no fue primero «sí» y luego «no». Cristo Jesús, el Hijo de Dios, el que Silvano, Timoteo y yo os hemos anunciado, no fue primero «sí» y luego «no»; en él todo se ha convertido en un «sí»; en él todas las promesas han recibido un «sí». Y por él podemos responder: «Amén» a Dios, para gloria suya. Dios es quien nos confirma en Cristo a nosotros junto con vosotros. Él nos ha ungido, él nos ha sellado, y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya, el Espíritu.
Palabra de Dios
Evangelio¡Dios me es testigo! La palabra que os dirigimos no fue primero «sí» y luego «no». Cristo Jesús, el Hijo de Dios, el que Silvano, Timoteo y yo os hemos anunciado, no fue primero «sí» y luego «no»; en él todo se ha convertido en un «sí»; en él todas las promesas han recibido un «sí». Y por él podemos responder: «Amén» a Dios, para gloria suya. Dios es quien nos confirma en Cristo a nosotros junto con vosotros. Él nos ha ungido, él nos ha sellado, y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya, el Espíritu.
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san Marcos (2,1-12):
Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa. Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Él les proponía la palabra. Llegaron cuatro llevando un paralítico y, como no podían meterlo, por el gentío, levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico.
Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico: «Hijo, tus pecados quedan perdonados.»
Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros: «¿Por qué habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, fuera de Dios?»
Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo: «¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil: decirle al paralítico "tus pecados quedan perdonados" o decirle "levántate, coge la camilla y echa a andar"? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados...»
Entonces le dijo al paralítico: «Contigo hablo: levántate, coge tu camilla y vete a tu casa.»
Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: «Nunca hemos visto una cosa igual.»
Palabra del Señor
Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa. Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Él les proponía la palabra. Llegaron cuatro llevando un paralítico y, como no podían meterlo, por el gentío, levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico.
Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico: «Hijo, tus pecados quedan perdonados.»
Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros: «¿Por qué habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, fuera de Dios?»
Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo: «¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil: decirle al paralítico "tus pecados quedan perdonados" o decirle "levántate, coge la camilla y echa a andar"? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados...»
Entonces le dijo al paralítico: «Contigo hablo: levántate, coge tu camilla y vete a tu casa.»
Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: «Nunca hemos visto una cosa igual.»
Palabra del Señor
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