PEREGRINO DE SANTIAGO

ALIENTOS PARA EL CAMINO

"Mi pasado Señor lo confío a tu misericordia,
mi presente a tu amor,
mi futuro a tu providencia"

domingo, 8 de julio de 2012

JULIO 8 - DOMINGO XIV DEL TIEMPO ORDINARIO

PROFETAS DEL SEÑOR

Quisiera centrar la Palabra de este día en una realidad que ha acompañado la historia de la Salvación como es el profetismo:

- La primera lectura nos ofrece la Vocación del Profeta Ezequiel, en el texto se nos dan elementos básicos que unen la condición del profeta: hombre llamado y enviado por Dios N.S. para proclamar su mensaje al pueblo elegido. Los profetas no son adivinos - magos - chamanes, ellos son hombres que saben leer la Escritura Divina - en la oración acogen la voluntad de Dios y ayudan al pueblo a vivir según su Protector. El profeta es también garante que se cumpla la Alianza, principalmente ayudando al pueblo infiel por la corrección de sus incoherencias y la reafirmación de las promesas.

- Jesús es visto por los suyos, en primera medida como profeta, su persona y misión se comprenden en relación con ellos; él mismo no se niega esta condición. Jesús es el Profeta por excelencia, pues es enviado por Dios y enseña su mensaje; pero va más allá pues es el Hijo de Dios y su Palabra es Palabra Santa. Es Mensajero y Mensaje. Su Palabra no es cualquiera, es palabra que da vida, y eso se constata en los milagros que obra y sellan su predicación.

- Hoy tenemos profetas??? Claro, la condición profética es distinta después de la venida del Hijo de Dios; pero la tarea no puede mermar. El profetismo es la actualización constante de la Palabra de Dios y esta tarea compete a los Pastores de la Iglesia, ellos deben (nosotros debemos) leer la Escritura e iluminar con ella al Nuevo Israel; pero no es una tarea exclusiva, nuestra condición bautismal implica la UNCIÓN PROFÉTICA. Cada cristiano debe ser profeta en su vida y en su ambiente, cada uno es portador de la Palabra de Dios, de la cual vive y con la cual puede ayudar a otros a encontrar su camino correcto. Nuestro tiempo tiene muchas mentiras, requerimos amar la verdad, buscarla en Jesús y anunciarla a un mundo sordo y tantas veces oscuro por ideologías destructivas.


LITURGIA DE LA PALABRA

Primera lectura
Lectura de la profecía de Ezequiel (2,2-5):

En aquellos días, el espíritu entró en mí, me puso en pie, y oí que me decía: «Hijo de Adán, yo te envío a los israelitas, a un pueblo rebelde que se ha rebelado contra mí. Sus padres y ellos me han ofendido hasta el presente día. También los hijos son testarudos y obstinados; a ellos te envío para que les digas: "Esto dice el Señor." Ellos, te hagan caso o no te hagan caso, pues son un pueblo rebelde, sabrán que hubo un profeta en medio de ellos.»

Palabra de Dios
Salmo
Sal 122

R/.
 Nuestros ojos están en el Señor,
esperando su misericordia


A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores. R/.

Como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia. R/.

Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos. R/.
Segunda lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (12,7b-10):

Para que no tenga soberbia, me han metido una espina en la carne: un ángel de Satanás que me apalea, para que no sea soberbio. Tres veces he pedido al Señor verme libre de él; y me ha respondido: «Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad.» Por eso, muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo. Por eso, vivo contento en medio de mis debilidades, de los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte.

Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Marcos (6,1-6):

En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. 
Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?» 
Y esto les resultaba escandaloso. 
Jesús les decía: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.» 
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.

Palabra del Señor

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