PEREGRINO DE SANTIAGO

ALIENTOS PARA EL CAMINO

"Mi pasado Señor lo confío a tu misericordia,
mi presente a tu amor,
mi futuro a tu providencia"

sábado, 27 de agosto de 2011

AGOSTO 28 - DOMINGO 22 DEL TIEMPO ORDINARIO

EL AUTÉNTICO CULTO


Uno de los Salmos tiene un versículo donde el creyente se pregunta: "¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?", y a renglón seguido se responde: "Alzaré la copa de la salvación invocando su nombre". El salmista sabe que el culto, en particular el 'sacrificio de acción de gracias' es una manera de expresar esa gratitud ante Aquel que ha sido tan bueno con Él.

La Palabra Santa de este Domingo la podemos contemplar como una renovación en nosotros del AUTÉNTICO CULTO que al Padre Dios debemos, siguiendo el ejemplo de su Hijo Jesucristo y movidos por el Divino Espíritu. El apóstol san Pablo, en su mensaje a los Romanos, nos da la pauta: 'Ofrezcan su cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios, este es su culto razonable'. ¿Qué podemos ofrecer al Padre Dios si Él nos lo ha dado todo? ¿Será que 100 o 1.000.000 de pesos son suficientes según mis condiciones monetarias? ¿Será que un viaje a Buga compensa un favor que me hizo? ¿Será que un mercadito a un pobre bastará? o ¿Para qué preocuparme si Él nada espera de mí? Si Él es todopoderoso yo nada tengo que darle. Entre unas y otras afirmaciones se puede estar y entre ambas hemos de encontrar el equilibrio.

Partamos de esta convicción: la fe es un diálogo y como tal, ante la revelación divina, el ser humano no puede permanecer mudo. Ante el reconocimiento de un Padre tan bueno no podemos quedarnos con las manos cruzadas. Pero resulta que el Padre no quiere cosas nuestras, quiere nuestro corazón, quiere nuestra vida y eso es lo que Jesús desea con fuerza dejar claro a sus discípulos. Su condición de Mesías le exige mostrar que la vida es una donación y por ello se somete a la pasión y muerte, para darnos vida a nosotros, la entrega en sacrificio para que nosotros tengamos verdadera libertad del pecado, para que podamos gozar del cielo, para que nuestra vida alcance su plenitud en Él.

Darle nuestra vida a Dios Nuestro Señor no es fácil, el mismo profeta Jeremías siente el peso de esta entrega, es lo que nos testimonia hoy: "me sedujiste Señor y me dejé seducir, me has violentado y me has podido", si el profeta sintió en un primer momento el entusiasmo de seguir a su Señor, después siente pesada esa carga y sufre por ello, pero de todos modos confía en que su angustia será superada y el Buen Padre lo consolará.

Sintamos hoy la renovación de nuestro culto, recordemos, el Padre Dios no quiere cosas nuestras, quiere nuestro corazón, nuestra inteligencia, nuestro ser entero; ofrezcámosle cada día nuestros trabajos bien hechos, las amistades que tenemos, los problemas que se nos presentan... Si le entregamos todo a Él nuestra vida hallará su felicidad y plenitud, si nos pretendemos reservar algo para nosotros mantendremos una insatisfacción y hasta podríamos perder cosas mucho más valiosas, aún la vida del cielo.

Bellas son las palabras de san Ignacio de Loyola para hacerlas nuestras: TOMA SEÑOR Y RECIBE TODA MI LIBERTAD, MI MEMORIA, MI ENTENDIMIENTO Y TODA MI VOLUNTAD, TODO LO QUE TENGO Y LO QUE POSEO, TÚ ME LO DISTE, A TÍ SEÑOR LO DEVUELVO. TODO ES TUYO, DISPÓN DE MI CONFORME A TU VOLUNTAD, DAME TU AMOR Y TU GRACIA QUE ESTO ME BASTA.

LITURGIA DE LA PALABRA


Lectura del libro de Jeremías (20,7-9):


Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; me forzaste y me pudiste. Yo era el hazmerreir todo el día, todos se burlaban de mí. Siempre que hablo tengo que gritar: «Violencia», proclamando: «Destrucción.» La palabra del Señor se volvió para mí oprobio y desprecio todo el día. Me dije: «No me acordaré de él, no hablaré más en su nombre»; pero ella era en mis entrañas fuego ardiente, encerrado en los huesos; intentaba contenerlo, y no podía.


Palabra de Dios
Salmo
Sal 62,2.3-4.5-6.8-9

R/.
Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.R/.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios. R/.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos. R/.

Porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (12,1-2):

Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.

Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (16,21-27):

En aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: «¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte.»
Jesús se volvió y dijo a Pedro: «Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas corno los hombres, no como Dios.»
Entonces dijo Jesús a sus discípulos: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta.»

Palabra del Señor

miércoles, 24 de agosto de 2011

SANTA ROSA DE LIMA, PATRONA DE AMÉRICA LATINA

PARA QUE SEAMOS SANTOS

Puede ser que tengamos la visión que los santos son exclusivos de las tierras europeas, que han escrito cosas fantásticas y han hecho obras sumamente prodigiosas que acreditan su unión con el Señor Dios; puede ser también que pensemos frecuentemente que la santidad es cosa de locos o sólo algunos 'elegidos-privilegiados' para ellos.

NO, la santidad es nuestro horizonte esencial, para qué acercarnos a Jesús??? Para qué amar al Prójimo??? Para qué conocer un Padre Amoroso??? Para qué el Espíritu Santo??? Todo el Misterio Divino se nos ha revelado con el fin de compartir su misma vida: EL AMOR.

Santa Rosa de Lima es la primera santa latinoamericana, ella es una motivación para alentarnos a buscar gozar de la comunión Trinitaria, sintámonos animados a entrar en su dinámica de vida. Cada cual desde su condición de vida siéntase animado a vivir este misterio en el que la existencia humana halla su plenitud.


Nació en Lima, Perú, en 1586. Fue la primera santa canonizada del Nuevo Mundo. Aunque fue bautizada con el nombre de Isabel, se le llamaba comúnmente Rosa y ése fue el nombre que le impuso en la Confirmación el arzobispo de Lima, Santo Toribio.

Rosa tomó a Santa Catalina de Siena como modelo. Se dedicó a atacar el amor propio mediante la humildad, la obediencia y la abnegación de la voluntad propia.

Ingresó a la tercera orden de Santo Domingo y, a partir de entonces, se recluyó en una cabaña que había construido en el huerto de su casa.

Llevaba sobre la cabeza una estrecha cinta de plata, cuyo interior estaba erizado de picos, era una especie de corona de espinas.

Su amor por el Señor era tanto que cuando hablaba de El, cambiaba el tono de su voz y su rostro se encendía como un reflejo del sentimiento que embargaba su alma.

Tiempo después, una comisión de médicos y sacerdotes examinó a la santa y dictaminó que sus experiencias eran realmente sobrenaturales. El modo de vida y las prácticas ascéticas de Santa Rosa de Lima sólo convienen a almas llamadas a una vocación muy particular. Lo más admirable en Santa Rosa fue su gran espíritu de santidad heroica, porque todos los santos ya sea en el mundo, el desierto o en el claustro, poseen el rasgo común de haber tratado de vivir para Dios en cada instante. Quien tiene la intención pura de cumplir en todo la voluntad de Dios, podrá servirle con plenitud en todo lo que haga.

Santa Rosa murió el 24 de agosto de 1617, a los 31 años de edad. El Papa Clemente X la canonizó en 1671.

domingo, 21 de agosto de 2011

AGOSTO 21 - DOMINGO 21 DEL TIEMPO ORDINARIO

EL PODER DE LAS LLAVES


Siento el deseo de reflexionar hoy, por el impulso de la misma Palabra Santa, en el valor de un símbolo que enuncian la lectura del Profeta Isaías y el Santo Evangelio: LAS LLAVES.
El profeta es portavoz de un anuncio divino en el que se quiere presentar a un nuevo administrador que cuidará bien a Israel como fiel mayordomo del Palacio de David, él tendrá las llaves para abrir y cerrar según su beneplácito. Jesús, en Cesarea de Filipo, le anuncia a Pedro que él será el portador de las llaves del Reino de los Cielos, encargado de velar por la obra del misma Jesús, por la fe en el mismo Salvador.

¿Qué nos representan las llaves? Ellas no son simple signos externos, en nuestro propia experiencia sabemos del valor de poseerlas. Con ellas mostramos tener posesión de algo: una casa, un escritorio, un cuarto, una caja, hay variadas posibilidades. Las llaves nos hablan entonces de autoridad, responsabilidad, vigilancia, discreción. Aún podemos decir que cuando alguien pierde la confianza le son quitadas las llaves, pues ha perdido el juicio para manejarlas.

¿Qué razón tiene que Jesús le confíe las llaves del Reino a Pedro? Ya decía que lo hace partícipe de su misión en el anuncio del Reino, además, junto con los demás apóstoles, estará puesto como punto de referencia para la comunidad. Se le confía esta misión por su profesión de fe, reconoce en Jesús el Mesías e Hijo de Dios y esta es la Roca que sustenta nuestra fe: Jesús es el signo del Reino, y quienes experimentaron de modo especial esta presencia fueron los apóstoles, lo que ellos vieron y oyeron nos asegura estar en la fe verdadera, es más, nos asegura estar en unión con el mismo Jesucristo.

Pero ante la muerte de Pedro y los demás apóstoles, ¿cómo se ha conservado esta misión de las llaves? No la posee todo bautizado, sólo aquellos que son elegidos como sucesores de los apóstoles, en este caso los obispos. Ellos están puestos como garantes de la fe en Jesús el Mesías e Hijo de Dios; pero dentro de ellos el centro de garantía de esta única fe es el sucesor del Apóstol Pedro, el obispo de Roma, el Papa.

Hoy la Palabra la siento como una invitación a valorar la figura y la misión del Sumo Pontífice, él tiene como tarea mantenernos unidos a todos los cristianos en la profesión de la misma fe, su enseñanza busca que no nos desviemos de la fe verdadera para tener la certeza de la comunión de vida con nuestro único Salvador. En estos días el Papa nos muestra precisamente el ejercicio de esta tarea en Madrid, al alentar en la fe a tantos jóvenes que venidos desde diversas partes del planeta, han querido compartir días como creyentes, en torno al Salvador.

Pidamos al Espíritu Santo mucha docilidad y devoción para escuchar las enseñanzas del Papa y para orar frecuentemente por sus intenciones, para que tenga la fortaleza y sabiduría de alentar a nuestro pueblo cristiano a mantenerse unido a Quien debe ser nuestra única vida: JESÚS.


Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (22,19-23):


Así dice el Señor a Sobná, mayordomo de palacio: «Te echaré de tu puesto, te destituiré de tu cargo. Aquel día, llamaré a mi siervo, a Eliacín, hijo de Elcías: le vestiré tu túnica, le ceñiré tu banda, le daré tus poderes; será padre para los habitantes de Jerusalén, para el pueblo de Judá. Colgaré de su hombro la llave del palacio de David: lo que él abra nadie lo cerrará, lo que él cierre nadie lo abrirá. Lo hincaré como un clavo en sitio firme, dará un trono glorioso a la casa paterna.»


Palabra de Dios
Salmo
Sal 137,1-2a.2bc-3.6.8bc

R/.
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos


Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario,
daré gracias a tu nombre. R/.

Por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama;
cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma. R/.

El Señor es sublime,
se fija en el humilde
y de lejos conoce al soberbio.
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (11,33-36):

¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento, el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos! ¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién fue su consejero? ¿Quién le ha dado primero, para que él le devuelva? Él es el origen, guía y meta del universo. A él la gloria por los siglos. Amén.

Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (16,13-20):

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.»
Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.

Palabra del Señor

sábado, 13 de agosto de 2011

JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD - MADRID 2011

UN GRAN EVENTO DE FE
GMG Madrid 2011

Desde el 16 al 21 de agosto, se desarrollará en Madrid la Jornada Mundial de la Juventud... Toda España Católica se ha movilizado para acoger a la gran cantidad de Jóvenes que desde diversas partes del mundo se congregarán para expresar la fe... El Santo Padre acompañará a los jóvenes desde el día 18, buscando animar a estos jóvenes y desde allí hacer una gran motivación de fe a todo el mundo católico, anexo el mensaje enviado por el Papa para preparar este bello encuentro:

MENSAJE DEL SANTO PADRE
BENEDICTO XVI
PARA LA XXVI JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD
2011

“Arraigados y edificados en Cristo,
firmes en la fe”
(cf. Col 2, 7)

Queridos amigos

Pienso con frecuencia en la Jornada Mundial de la Juventud de Sydney, en el 2008. Allí vivimos una gran fiesta de la fe, en la que el Espíritu de Dios actuó con fuerza, creando una intensa comunión entre los participantes, venidos de todas las partes del mundo. Aquel encuentro, como los precedentes, ha dado frutos abundantes en la vida de muchos jóvenes y de toda la Iglesia. Nuestra mirada se dirige ahora a la próxima Jornada Mundial de la Juventud, que tendrá lugar en Madrid, en el mes de agosto de 2011. Ya en 1989, algunos meses antes de la histórica caída del Muro de Berlín, la peregrinación de los jóvenes hizo un alto en España, en Santiago de Compostela. Ahora, en un momento en que Europa tiene que volver a encontrar sus raíces cristianas, hemos fijado nuestro encuentro en Madrid, con el lema: «Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe» (cf. Col 2, 7). Os invito a este evento tan importante para la Iglesia en Europa y para la Iglesia universal. Además, quisiera que todos los jóvenes, tanto los que comparten nuestra fe, como los que vacilan, dudan o no creen, puedan vivir esta experiencia, que puede ser decisiva para la vida: la experiencia del Señor Jesús resucitado y vivo, y de su amor por cada uno de nosotros.

1. En las fuentes de vuestras aspiraciones más grandes

En cada época, también en nuestros días, numerosos jóvenes sienten el profundo deseo de que las relaciones interpersonales se vivan en la verdad y la solidaridad. Muchos manifiestan la aspiración de construir relaciones auténticas de amistad, de conocer el verdadero amor, de fundar una familia unida, de adquirir una estabilidad personal y una seguridad real, que puedan garantizar un futuro sereno y feliz. Al recordar mi juventud, veo que, en realidad, la estabilidad y la seguridad no son las cuestiones que más ocupan la mente de los jóvenes. Sí, la cuestión del lugar de trabajo, y con ello la de tener el porvenir asegurado, es un problema grande y apremiante, pero al mismo tiempo la juventud sigue siendo la edad en la que se busca una vida más grande. Al pensar en mis años de entonces, sencillamente, no queríamos perdernos en la mediocridad de la vida aburguesada. Queríamos lo que era grande, nuevo. Queríamos encontrar la vida misma en su inmensidad y belleza. Ciertamente, eso dependía también de nuestra situación. Durante la dictadura nacionalsocialista y la guerra, estuvimos, por así decir, “encerrados” por el poder dominante. Por ello, queríamos salir afuera para entrar en la abundancia de las posibilidades del ser hombre. Pero creo que, en cierto sentido, este impulso de ir más allá de lo habitual está en cada generación. Desear algo más que la cotidianidad regular de un empleo seguro y sentir el anhelo de lo que es realmente grande forma parte del ser joven. ¿Se trata sólo de un sueño vacío que se desvanece cuando uno se hace adulto? No, el hombre en verdad está creado para lo que es grande, para el infinito. Cualquier otra cosa es insuficiente. San Agustín tenía razón: nuestro corazón está inquieto, hasta que no descansa en Ti. El deseo de la vida más grande es un signo de que Él nos ha creado, de que llevamos su “huella”. Dios es vida, y cada criatura tiende a la vida; en un modo único y especial, la persona humana, hecha a imagen de Dios, aspira al amor, a la alegría y a la paz. Entonces comprendemos que es un contrasentido pretender eliminar a Dios para que el hombre viva. Dios es la fuente de la vida; eliminarlo equivale a separarse de esta fuente e, inevitablemente, privarse de la plenitud y la alegría: «sin el Creador la criatura se diluye» (Con. Ecum. Vaticano. II, Const. Gaudium et Spes, 36). La cultura actual, en algunas partes del mundo, sobre todo en Occidente, tiende a excluir a Dios, o a considerar la fe como un hecho privado, sin ninguna relevancia en la vida social. Aunque el conjunto de los valores, que son el fundamento de la sociedad, provenga del Evangelio –como el sentido de la dignidad de la persona, de la solidaridad, del trabajo y de la familia–, se constata una especie de “eclipse de Dios”, una cierta amnesia, más aún, un verdadero rechazo del cristianismo y una negación del tesoro de la fe recibida, con el riesgo de perder aquello que más profundamente nos caracteriza.

Por este motivo, queridos amigos, os invito a intensificar vuestro camino de fe en Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo. Vosotros sois el futuro de la sociedad y de la Iglesia. Como escribía el apóstol Pablo a los cristianos de la ciudad de Colosas, es vital tener raíces y bases sólidas. Esto es verdad, especialmente hoy, cuando muchos no tienen puntos de referencia estables para construir su vida, sintiéndose así profundamente inseguros. El relativismo que se ha difundido, y para el que todo da lo mismo y no existe ninguna verdad, ni un punto de referencia absoluto, no genera verdadera libertad, sino inestabilidad, desconcierto y un conformismo con las modas del momento. Vosotros, jóvenes, tenéis el derecho de recibir de las generaciones que os preceden puntos firmes para hacer vuestras opciones y construir vuestra vida, del mismo modo que una planta pequeña necesita un apoyo sólido hasta que crezcan sus raíces, para convertirse en un árbol robusto, capaz de dar fruto.

2. Arraigados y edificados en Cristo

Para poner de relieve la importancia de la fe en la vida de los creyentes, quisiera detenerme en tres términos que san Pablo utiliza en: «Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe» (cf. Col 2, 7). Aquí podemos distinguir tres imágenes: “arraigado” evoca el árbol y las raíces que lo alimentan; “edificado” se refiere a la construcción; “firme” alude al crecimiento de la fuerza física o moral. Se trata de imágenes muy elocuentes. Antes de comentarlas, hay que señalar que en el texto original las tres expresiones, desde el punto de vista gramatical, están en pasivo: quiere decir, que es Cristo mismo quien toma la iniciativa de arraigar, edificar y hacer firmes a los creyentes.

La primera imagen es la del árbol, firmemente plantado en el suelo por medio de las raíces, que le dan estabilidad y alimento. Sin las raíces, sería llevado por el viento, y moriría. ¿Cuáles son nuestras raíces? Naturalmente, los padres, la familia y la cultura de nuestro país son un componente muy importante de nuestra identidad. La Biblia nos muestra otra más. El profeta Jeremías escribe: «Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza: será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto» (Jer 17, 7-8). Echar raíces, para el profeta, significa volver a poner su confianza en Dios. De Él viene nuestra vida; sin Él no podríamos vivir de verdad. «Dios nos ha dado vida eterna y esta vida está en su Hijo» (1 Jn 5,11). Jesús mismo se presenta como nuestra vida (cf. Jn 14, 6). Por ello, la fe cristiana no es sólo creer en la verdad, sino sobre todo una relación personal con Jesucristo. El encuentro con el Hijo de Dios proporciona un dinamismo nuevo a toda la existencia. Cuando comenzamos a tener una relación personal con Él, Cristo nos revela nuestra identidad y, con su amistad, la vida crece y se realiza en plenitud. Existe un momento en la juventud en que cada uno se pregunta: ¿qué sentido tiene mi vida, qué finalidad, qué rumbo debo darle? Es una fase fundamental que puede turbar el ánimo, a veces durante mucho tiempo. Se piensa cuál será nuestro trabajo, las relaciones sociales que hay que establecer, qué afectos hay que desarrollar… En este contexto, vuelvo a pensar en mi juventud. En cierto modo, muy pronto tomé conciencia de que el Señor me quería sacerdote. Pero más adelante, después de la guerra, cuando en el seminario y en la universidad me dirigía hacia esa meta, tuve que reconquistar esa certeza. Tuve que preguntarme: ¿es éste de verdad mi camino? ¿Es de verdad la voluntad del Señor para mí? ¿Seré capaz de permanecerle fiel y estar totalmente a disposición de Él, a su servicio? Una decisión así también causa sufrimiento. No puede ser de otro modo. Pero después tuve la certeza: ¡así está bien! Sí, el Señor me quiere, por ello me dará también la fuerza. Escuchándole, estando con Él, llego a ser yo mismo. No cuenta la realización de mis propios deseos, sino su voluntad. Así, la vida se vuelve auténtica.

Como las raíces del árbol lo mantienen plantado firmemente en la tierra, así los cimientos dan a la casa una estabilidad perdurable. Mediante la fe, estamos arraigados en Cristo (cf. Col 2, 7), así como una casa está construida sobre los cimientos. En la historia sagrada tenemos numerosos ejemplos de santos que han edificado su vida sobre la Palabra de Dios. El primero Abrahán. Nuestro padre en la fe obedeció a Dios, que le pedía dejar la casa paterna para encaminarse a un país desconocido. «Abrahán creyó a Dios y se le contó en su haber. Y en otro pasaje se le llama “amigo de Dios”» (St 2, 23). Estar arraigados en Cristo significa responder concretamente a la llamada de Dios, fiándose de Él y poniendo en práctica su Palabra. Jesús mismo reprende a sus discípulos: «¿Por qué me llamáis: “¡Señor, Señor!”, y no hacéis lo que digo?» (Lc 6, 46). Y recurriendo a la imagen de la construcción de la casa, añade: «El que se acerca a mí, escucha mis palabras y las pone por obra… se parece a uno que edificaba una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo tambalearla, porque estaba sólidamente construida» (Lc 6, 47-48).

Queridos amigos, construid vuestra casa sobre roca, como el hombre que “cavó y ahondó”. Intentad también vosotros acoger cada día la Palabra de Cristo. Escuchadle como al verdadero Amigo con quien compartir el camino de vuestra vida. Con Él a vuestro lado seréis capaces de afrontar con valentía y esperanza las dificultades, los problemas, también las desilusiones y los fracasos. Continuamente se os presentarán propuestas más fáciles, pero vosotros mismos os daréis cuenta de que se revelan como engañosas, no dan serenidad ni alegría. Sólo la Palabra de Dios nos muestra la auténtica senda, sólo la fe que nos ha sido transmitida es la luz que ilumina el camino. Acoged con gratitud este don espiritual que habéis recibido de vuestras familias y esforzaos por responder con responsabilidad a la llamada de Dios, convirtiéndoos en adultos en la fe. No creáis a los que os digan que no necesitáis a los demás para construir vuestra vida. Apoyaos, en cambio, en la fe de vuestros seres queridos, en la fe de la Iglesia, y agradeced al Señor el haberla recibido y haberla hecho vuestra.

3. Firmes en la fe

Estad «arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe» (cf. Col 2, 7). La carta de la cual está tomada esta invitación, fue escrita por san Pablo para responder a una necesidad concreta de los cristianos de la ciudad de Colosas. Aquella comunidad, de hecho, estaba amenazada por la influencia de ciertas tendencias culturales de la época, que apartaban a los fieles del Evangelio. Nuestro contexto cultural, queridos jóvenes, tiene numerosas analogías con el de los colosenses de entonces. En efecto, hay una fuerte corriente de pensamiento laicista que quiere apartar a Dios de la vida de las personas y la sociedad, planteando e intentando crear un “paraíso” sin Él. Pero la experiencia enseña que el mundo sin Dios se convierte en un “infierno”, donde prevalece el egoísmo, las divisiones en las familias, el odio entre las personas y los pueblos, la falta de amor, alegría y esperanza. En cambio, cuando las personas y los pueblos acogen la presencia de Dios, le adoran en verdad y escuchan su voz, se construye concretamente la civilización del amor, donde cada uno es respetado en su dignidad y crece la comunión, con los frutos que esto conlleva. Hay cristianos que se dejan seducir por el modo de pensar laicista, o son atraídos por corrientes religiosas que les alejan de la fe en Jesucristo. Otros, sin dejarse seducir por ellas, sencillamente han dejado que se enfriara su fe, con las inevitables consecuencias negativas en el plano moral.

El apóstol Pablo recuerda a los hermanos, contagiados por las ideas contrarias al Evangelio, el poder de Cristo muerto y resucitado. Este misterio es el fundamento de nuestra vida, el centro de la fe cristiana. Todas las filosofías que lo ignoran, considerándolo “necedad” (1 Co 1, 23), muestran sus límites ante las grandes preguntas presentes en el corazón del hombre. Por ello, también yo, como Sucesor del apóstol Pedro, deseo confirmaros en la fe (cf. Lc 22, 32). Creemos firmemente que Jesucristo se entregó en la Cruz para ofrecernos su amor; en su pasión, soportó nuestros sufrimientos, cargó con nuestros pecados, nos consiguió el perdón y nos reconcilió con Dios Padre, abriéndonos el camino de la vida eterna. De este modo, hemos sido liberados de lo que más atenaza nuestra vida: la esclavitud del pecado, y podemos amar a todos, incluso a los enemigos, y compartir este amor con los hermanos más pobres y en dificultad.

Queridos amigos, la cruz a menudo nos da miedo, porque parece ser la negación de la vida. En realidad, es lo contrario. Es el “sí” de Dios al hombre, la expresión máxima de su amor y la fuente de donde mana la vida eterna. De hecho, del corazón de Jesús abierto en la cruz ha brotado la vida divina, siempre disponible para quien acepta mirar al Crucificado. Por eso, quiero invitaros a acoger la cruz de Jesús, signo del amor de Dios, como fuente de vida nueva. Sin Cristo, muerto y resucitado, no hay salvación. Sólo Él puede liberar al mundo del mal y hacer crecer el Reino de la justicia, la paz y el amor, al que todos aspiramos.

4. Creer en Jesucristo sin verlo

En el Evangelio se nos describe la experiencia de fe del apóstol Tomás cuando acoge el misterio de la cruz y resurrección de Cristo. Tomás, uno de los doce apóstoles, siguió a Jesús, fue testigo directo de sus curaciones y milagros, escuchó sus palabras, vivió el desconcierto ante su muerte. En la tarde de Pascua, el Señor se aparece a los discípulos, pero Tomás no está presente, y cuando le cuentan que Jesús está vivo y se les ha aparecido, dice: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo» (Jn 20, 25).

También nosotros quisiéramos poder ver a Jesús, poder hablar con Él, sentir más intensamente aún su presencia. A muchos se les hace hoy difícil el acceso a Jesús. Muchas de las imágenes que circulan de Jesús, y que se hacen pasar por científicas, le quitan su grandeza y la singularidad de su persona. Por ello, a lo largo de mis años de estudio y meditación, fui madurando la idea de transmitir en un libro algo de mi encuentro personal con Jesús, para ayudar de alguna forma a ver, escuchar y tocar al Señor, en quien Dios nos ha salido al encuentro para darse a conocer. De hecho, Jesús mismo, apareciéndose nuevamente a los discípulos después de ocho días, dice a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo, sino creyente» (Jn 20, 27). También para nosotros es posible tener un contacto sensible con Jesús, meter, por así decir, la mano en las señales de su Pasión, las señales de su amor. En los Sacramentos, Él se nos acerca en modo particular, se nos entrega. Queridos jóvenes, aprended a “ver”, a “encontrar” a Jesús en la Eucaristía, donde está presente y cercano hasta entregarse como alimento para nuestro camino; en el Sacramento de la Penitencia, donde el Señor manifiesta su misericordia ofreciéndonos siempre su perdón. Reconoced y servid a Jesús también en los pobres y enfermos, en los hermanos que están en dificultad y necesitan ayuda.

Entablad y cultivad un diálogo personal con Jesucristo, en la fe. Conocedle mediante la lectura de los Evangelios y del Catecismo de la Iglesia Católica; hablad con Él en la oración, confiad en Él. Nunca os traicionará. «La fe es ante todo una adhesión personal del hombre a Dios; es al mismo tiempo e inseparablemente el asentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado»(Catecismo de la Iglesia Católica, 150). Así podréis adquirir una fe madura, sólida, que no se funda únicamente en un sentimiento religioso o en un vago recuerdo del catecismo de vuestra infancia. Podréis conocer a Dios y vivir auténticamente de Él, como el apóstol Tomás, cuando profesó abiertamente su fe en Jesús: «¡Señor mío y Dios mío!».

5. Sostenidos por la fe de la Iglesia, para ser testigos

En aquel momento Jesús exclama: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto» (Jn 20, 29). Pensaba en el camino de la Iglesia, fundada sobre la fe de los testigos oculares: los Apóstoles. Comprendemos ahora que nuestra fe personal en Cristo, nacida del diálogo con Él, está vinculada a la fe de la Iglesia: no somos creyentes aislados, sino que, mediante el Bautismo, somos miembros de esta gran familia, y es la fe profesada por la Iglesia la que asegura nuestra fe personal. El Credo que proclamamos cada domingo en la Eucaristía nos protege precisamente del peligro de creer en un Dios que no es el que Jesús nos ha revelado: «Cada creyente es como un eslabón en la gran cadena de los creyentes. Yo no puedo creer sin ser sostenido por la fe de los otros, y por mi fe yo contribuyo a sostener la fe de los otros» (Catecismo de la Iglesia Católica, 166). Agradezcamos siempre al Señor el don de la Iglesia; ella nos hace progresar con seguridad en la fe, que nos da la verdadera vida (cf. Jn 20, 31).

En la historia de la Iglesia, los santos y mártires han sacado de la cruz gloriosa la fuerza para ser fieles a Dios hasta la entrega de sí mismos; en la fe han encontrado la fuerza para vencer las propias debilidades y superar toda adversidad. De hecho, como dice el apóstol Juan: «¿quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?» (1 Jn 5, 5). La victoria que nace de la fe es la del amor. Cuántos cristianos han sido y son un testimonio vivo de la fuerza de la fe que se expresa en la caridad. Han sido artífices de paz, promotores de justicia, animadores de un mundo más humano, un mundo según Dios; se han comprometido en diferentes ámbitos de la vida social, con competencia y profesionalidad, contribuyendo eficazmente al bien de todos. La caridad que brota de la fe les ha llevado a dar un testimonio muy concreto, con la palabra y las obras. Cristo no es un bien sólo para nosotros mismos, sino que es el bien más precioso que tenemos que compartir con los demás. En la era de la globalización, sed testigos de la esperanza cristiana en el mundo entero: son muchos los que desean recibir esta esperanza. Ante la tumba del amigo Lázaro, muerto desde hacía cuatro días, Jesús, antes de volver a llamarlo a la vida, le dice a su hermana Marta: «Si crees, verás la gloria de Dios» (Jn 11, 40). También vosotros, si creéis, si sabéis vivir y dar cada día testimonio de vuestra fe, seréis un instrumento que ayudará a otros jóvenes como vosotros a encontrar el sentido y la alegría de la vida, que nace del encuentro con Cristo.

6. Hacia la Jornada Mundial de Madrid

Queridos amigos, os reitero la invitación a asistir a la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid. Con profunda alegría, os espero a cada uno personalmente. Cristo quiere afianzaros en la fe por medio de la Iglesia. La elección de creer en Cristo y de seguirle no es fácil. Se ve obstaculizada por nuestras infidelidades personales y por muchas voces que nos sugieren vías más fáciles. No os desaniméis, buscad más bien el apoyo de la comunidad cristiana, el apoyo de la Iglesia. A lo largo de este año, preparaos intensamente para la cita de Madrid con vuestros obispos, sacerdotes y responsables de la pastoral juvenil en las diócesis, en las comunidades parroquiales, en las asociaciones y los movimientos. La calidad de nuestro encuentro dependerá, sobre todo, de la preparación espiritual, de la oración, de la escucha en común de la Palabra de Dios y del apoyo recíproco.

Queridos jóvenes, la Iglesia cuenta con vosotros. Necesita vuestra fe viva, vuestra caridad creativa y el dinamismo de vuestra esperanza. Vuestra presencia renueva la Iglesia, la rejuvenece y le da un nuevo impulso. Por ello, las Jornadas Mundiales de la Juventud son una gracia no sólo para vosotros, sino para todo el Pueblo de Dios. La Iglesia en España se está preparando intensamente para acogeros y vivir la experiencia gozosa de la fe. Agradezco a las diócesis, las parroquias, los santuarios, las comunidades religiosas, las asociaciones y los movimientos eclesiales, que están trabajando con generosidad en la preparación de este evento. El Señor no dejará de bendecirles. Que la Virgen María acompañe este camino de preparación. Ella, al anuncio del Ángel, acogió con fe la Palabra de Dios; con fe consintió que la obra de Dios se cumpliera en ella. Pronunciando su “fiat”, su “sí”, recibió el don de una caridad inmensa, que la impulsó a entregarse enteramente a Dios. Que Ella interceda por todos vosotros, para que en la próxima Jornada Mundial podáis crecer en la fe y en el amor. Os aseguro mi recuerdo paterno en la oración y os bendigo de corazón.

Vaticano, 6 de agosto de 2010, Fiesta de la Transfiguración del Señor.

BENEDICTUS PP. XVI

AGOSTO 14 - DOMINGO 20 DEL TIEMPO ORDINARIO

EL UNIVERSO DEL AMOR DE DIOS
Quiero titular este compartir de la Palabra Dominical invitando a poner la atención en el primer sustantivo (Universo), que se puede convertir también en adjetivo (Universal). La Liturgia de la Palabra tiene hoy un enlace particular en este aspecto, sea por los versículos, sea por la idea general del relato: 'porque mi casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos' (Isaías 56, 7); 'Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben' (Salmo 66); 'Pues Dios nos encerró a todos en la rebeldía para tener misericordia de todos' (Romanos 11, 32); la mujer cananea del Evangelio (Mateo 15, 21-28) representa al pueblo no judío.
Quiero recoger dos reflexiones desde este alimento santo de la Santa Escritura:
a) El designio del Padre cubre toda la humanidad, ningún ser humano ha de sentirse ajeno a la salvación, a la plenitud que Él ofrece. La Vida Divina es un Don que a nadie Él desea restringir. La Escritura lo expresa desde el Antiguo Testamento, Israel debía ser mediador de un regalo que a todo pueblo y nación debía llegar. Su problema fue pretender apropiarse de tal modo de este Don que se encerró en sí mismo, separándose de los demás, llegando incluso a condenarlos, marginarlos. San Pablo hace una reflexión en este sentido, aún leyendo la terquedad de Israel como una oportunidad para que los demás pueblos pudieran acoger la salvación y después de éstos, el pueblo Judío habría de ser recogido de nuevo, esa es la esperanza del Apóstol. Pudiera pensarse que Nuestro Señor Jesucristo restringiera su tarea sólo a los israelitas, sus palabras nos suenan duras: 'he sido enviado a las ovejas perdidas de Israel', más bien hemos de comprender que la prioridad de Jesús es su misma raza para que recuperaran la universalidad de su misión.
b) Concentremos la atención en la protagonista grande de esta Palabra: La Mujer Cananea. Canaan fue la tierra ocupada por los israelitas, la reciben como herencia del Señor Dios; pero a la vez la conquistan de un pueblo (Cananeo), embrollado en idolatría. Esta mujer no es heredera 'directa' de las promesas, su condición no pareciera favorable ni siquiera para acoger al Mesías. Desde un comienzo el texto nos dice que al saber la mujer que el Salvador se movía por su tierra va en su búsqueda y se pone a gritar pidiendo su auxilio, la llama con frases que serían más cercanas a un judío: 'Ten compasión de mí, Hijo de David"... Jesús no parece prestar atención, los discípulos están incómodos pues seguramente los gritos de la mujer son desesperantes... Pero ella se pone delante y se postra ante Jesús: 'Señor, socórreme', no se quiere ir sin respuesta; algo en su corazón tenía claro y era que Él podía solucionar la situación que la desesperaba, la enfermedad de su hija (poseída por un demonio)... y ni la respuesta de Jesús la hace desanimar o airar, antes bien, con humildad espera irse así sea con lo mínimo, las migajas que caen de la mesa de los amos... Cuánta sería la admiración de Jesús que exclama: 'Mujer, grande es tu fe'... Recordemos que hace ocho días Jesús corrige la fe temerosa de Pedro y los discípulos, hoy una pagana nos testimonia un corazón abierto de par en par a la obra de Dios y la reconoce vivísima en la persona de Jesús.
Dejemos que la Palabra de este Domingo nos inquiete para seguir revisando nuestra fe, para valorar qué tan creyentes somos, cuántas veces, gente que consideramos 'pagana', puede tener más confianza y amor a Dios, de algunos que nos decimos 'buenos católicos'.
SEÑOR JESÚS, LA MUJER CANANEA ME HACE SENTIR VERGÜENZA ANTE MI FALTA DE FE Y DEDICACIÓN PARA RECONOCERTE Y AMARTE... DERRAMA EN MI MENTE Y CORAZÓN EL DON DE TU SANTO ESPÍRITU PARA QUE MI FE, MI ADHESIÓN A TÍ, SEAN MUCHO MÁS FUERTES... CONFIO EN TI Y ESPERO SÓLO EN TÍ... AMÉN
LITURGIA DE LA PALABRA
Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (56,1.6-7):


Así dice el Señor: «Guardad el derecho, practicad la justicia, que mi salvación está para llegar, y se va a revelar mi victoria. A los extranjeros que se han dado al Señor, para servirlo, para amar el nombre del Señor y ser sus servidores, que guardan el sábado sin profanarlo y perseveran en mi alianza, los traeré a mi monte santo, los alegraré en mi casa de oración, aceptaré sobre mi altar sus holocaustos y sacrificios; porque mi casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos.»


Palabra de Dios
Salmo
Sal 66,2-3.5.6.8

R/.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben


El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R/.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R/.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga;
que le teman hasta los confines del orbe. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (11,13-15.29-32):

Os digo a vosotros, los gentiles: Mientras sea vuestro apóstol, haré honor a mi ministerio, por ver si despierto emulación en los de mi raza y salvo a alguno de ellos. Si su reprobación es reconciliación del mundo, ¿qué será su reintegración sino un volver de la muerte a la vida? Pues los dones y la llamada de Dios son irrevocables. Vosotros, en otro tiempo, erais rebeldes a Dios; pero ahora, al rebelarse ellos, habéis obtenido misericordia. Así también ellos, que ahora son rebeldes, con ocasión de la misericordia obtenida por vosotros, alcanzarán misericordia. Pues Dios nos encerró a todos en la rebeldía para tener misericordia de todos.

Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (15,21-28):

En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón.
Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.» Él no le respondió nada.
Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: «Atiéndela, que viene detrás gritando.»
Él les contestó: «Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.»
Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió: «Señor, socórreme.»
Él le contestó: «No está bien echar a los perros el pan de los hijos.»
Pero ella repuso: «Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos.»
Jesús le respondió: «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.»
En aquel momento quedó curada su hija.

Palabra del Señor

domingo, 7 de agosto de 2011

SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ


Beata Teresa Benedicta de la Cruz


Su vida

Nació en Breslavia -hoy Wroclaw- capital de la Silesia, una región de Alemania que pasó a Polonia después de la Segunda guerra mundial, el 12.10.1891.
Sus padres, Sigfred y Auguste, dedicados al comercio, eran judíos. Edith fue la última de once hijos. Su padre murió el 1893 y su madre hubo de cargar con la dirección de la serrería y la educación de sus hijos.
La pequeña Edith escribió de sí misma que ella de niña era muy sensible, dinámica, nerviosa e irascible, pero que a los siete años ya empezó en ella a madurar un temperamento reflexivo.
En 1913 ingresó en la universidad de Gottingen y se dedicó al estudio de la fenomenología. Aquelío era su vida: sus libros, sus compañeros, y, sobre todo, el célebre profesor E. Husserl. Durante este tiempo llega a un ateísmo casi total.
Estalla en 1914 la primera Guerra Mundial y Edith trabaja como enfermera en un hospital de cuatro mil camas. A esta obra se entrega de lleno.
El estudio de fenomenología hecho con seriedad le lleva al conocimiento profundo de la Iglesia católica y se bautiza el 1.1.1922. El Dios o el Absoluto llena toda su alma: "Cristo se elevó radiante ante mi mirada; Cristo en el misterio de la Cruz'. Su encuentro definitivo fue en 1921 leyendo la Autobiografía de Santa Teresa.
Al ser bautizada el 1.1.1922 recibió el nombre de Teresa Edwig.
A sus 42 años, el 15.4.1934, fiesta del Buen Pastor, viste el hábito carmelita en el convento de Colonia.
Su familia rompe con ella. El 21.4.1935, domingo de Pascua de Resurrección, emite sus votos religiosos y tres años después, aquel mismo día, sus votos perpetuos. Su vida será ya una "Cruz" convertida en "Pascua".
Pronto se enrarece la atmósfera en Alemania. Los nazis odian al puebo judío. Ella presagia la suerte que le espera. Quieren salvarla haciendo que huya a Holanda. El 22.8.1942 miembros de las SS se presentan en el convento y apresan a Sor Bendicta y a Su hermana Rosa.
Después de varios tormentos, el 9.8.1942, en el horno de gas del "infierno de Auschwitz", moría la mártir de la Cruz, Sor Bendicta.
Fue beatificada el 1.5.1987 en Colonia. Su fiesta se celebra el 9 de agosto.
Su espiritualidad
Además de en su vida-siempre auténtica y generosa, tanto cuando era creyente y practicante judía como cuando se alejó de la fe, y, sobre todo, cuando se convirtió después y abrazó la vida del Carmelo- su espiritualidad se manifiesta, sobre todo, en sus maravillosos y profundos escritos. Estos son los principales: Ser infinito y eterno; La ciencia de la Cruz; Caminos para el conocimiento de Dios; Teresa de Jesús; El Misterio de Navidad; Las Bodas del cordero; La oración de la Iglesia; Ave Crux... Todas ellas arrancan del primer encuentro que tuvo con Cristo.
Amó muchísimo al Carmelo y a la Madre del Carmelo. Escribió sobre su vocación cosas preciosas...
Alguien ha escrito de la misión de Edith Stein:
"Su figura, su oración y su trabajo, su silencio y su pasión, su postrera marcha hacia el oriente, no desaparecerán fácilmente de la memoria de las generaciones venideras, irradiando siempre espíritu de fortaleza y despertando anhelos por ahondar en la fe, en la esperanza y en el amor".

Su mensaje

  • que procuremos vivir con intensidad la sinceridad y honradez.
  • que estemos dispuestos a oír la voz del Señor aunque haga cambiar nuestra vida.
  • que nos enamoremos de la cruz como medio de salvación.
  • que seamos fieles hasta el final aunque sea con el martirio.

Su oración

Señor, Dios de nuestros padres en la fe, infúndenos copiosamente la ciencia de la cruz, con la que enriqueciste de modo admirable a la Beata Teresa Benedicta en la hora del martirio; concédenos, por su intercesión, buscarte sin descanso a ti que eres la suma de la Verdad, y mantener con lealtad hasta la muerte la alianza eterna de amor, sellada con la sangre de tu Hijo para la salvación de todos los riombres. Amén.

AGOSTO 7 - DOMINGO 19 DEL TIEMPO ORDINARIO


La Palabra de la Santa Escritura que se proclama para todo el pueblo creyente en este Domingo es muy rica y variada, de ella podemos sacar un gran alimento para nuestro camino de fe

DISCERNIR EL PASO DEL SEÑOR

La lectura del primer libro de los Reyes, en la que se nos narra la experiencia de Dios N.S. que tuvo el profeta Elías en el Horeb es un texto de discernimiento interesante. El profeta es invitado a esperar al Señor que le va a hablar, y ante signos potentes de la naturaleza como el viento huracanado, la tormenta, el terremoto, se afirma que 'el Señor no estaba allí'; pero al sentir una suave brisa, el profeta sale de la cueva al encuentro de su Dios.
En este relato siempre siento una llamada a no dejarme seducir por acontecimientos demasiado magníficos que obnubilen la sencilla y cotidiana presencia del buen Señor. Hoy estamos todos muy tentados a creer que sólo ante grandes eventos milagrosos (p.e. Misas de Sanación, encuentros de alabanza, etc.) estaremos cercanos a la potente obra divina. Cuánta gente va de un grupo cristiano a otro buscando dichos acontecimientos espectaculares, dejando al margen otros signos eficaces de la asistencia divina. El Salmo de este día ayuda a concretar unos signos divinos importantísimos y sutilísimos que no podemos pasar por alto, 'la misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan', donde estén estas virtudes allí está Dios N.S. reinando y haciendo sentir su poder. Puedo ser testigo de las obras más grandes del poder de Dios, pero si no tengo virtudes en el corazón que me abran más dócilmente a la acció
n del Espíritu y mi vida no refleja esa obediencia en el amor al prójimo todavía estoy muy lejos de la verdadera contemplación del Señor.
No quiero dar a entender que el poder del Buen Señor esté restringido a esta ordinariez, milagros inmensos y potentes se pueden constatar en el mundo; pero estoy convencido que es más importante 'salir al encuentro del Señor en la cotidianidad'.

INVITACIÓN A LA CONFIANZA
Creo que también vale la pena hacer una anotación a partir del Santo Evangelio. Tres veces repita el texto la palabra MIEDO. Miedo sienten los discípulos cuando creen ver un fantasma sobre el lago - Jesús les invita a no temer a los asustadizos discípulos - Pedro siente miedo ante la fuerza del viento. La gran invitación de Jesús es 'NO TENGAN MIEDO'.
¿Qué miedos alberga mi corazón? Son muchos los temores que podemos tener, algunos más serios que otros, pues en verdad, cuántas veces nos creamos miedos 'tontos', sin necesidad, pero en otras ocasiones sentimos que se nos van desmoronando nuestras seguridades y nos vemos desprotegidos y desprovistos: persecusiones - injurias - reveses económicos - inseguridades ante personas... El temor nos hace vacilar, no nos deja dormir tranquilos, nos roba la paz, todo se vuelve sombrío...
La fe en Jesús quita todo temor, estar con Jesús caminando sobre las aguas a pesar que el viento sea impetuoso es caminar con seguridad, porque sé que Él es mi protector, mi guardián, mi bien... Pidamos hoy al Buen Salvador nos quite todo temor, aparte de nosotros toda desconfianza, que abra nuestra mente y nuestro corazón para decir con el salmista: EL SEÑOR ES MI PASTOR NADA ME FALTA o SEÑOR JESÚS, YO CONFÍO EN TÍ.

LITURGIA DE LA PALABRA

Lectura del primer libro de los Reyes (19,9a.11-13a):


En aquellos días, cuando Ellas llegó al Horeb, el monte de Dios, se metió en una cueva donde pasó la noche. El Señor le dijo: «Sal y ponte de pie en el monte ante el Señor. ¡El Señor va pasar!» Vino un huracán tan violento que descuajaba los montes y hizo trizas las peñas delante del Señor; pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento, vino un terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto. Después del terremoto, vino un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego, se oyó una brisa tenue; al sentirla, Elías se tapó el rostro con el manto, salió afuera y se puso en pie a la entrada de la cueva.


Palabra de Dios
Sal 84, 9ab-10. 11-12. 13-14


R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación



Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos.»
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra. R/.


La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R/.


El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos. R/.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (9,1-5):


Digo la verdad en Cristo; mi conciencia, iluminada por el Espíritu Santo, me asegura que no miento. Siento una gran pena y un dolor incesante, en mi corazón, pues por el bien de mis hermanos, los de mi raza según la carne, quisiera incluso ser un proscrito lejos de Cristo. Ellos descienden de Israel, fueron adoptados como hijos, tienen la presencia de Dios, la alianza, la ley, el culto y las promesas. Suyos son los patriarcas, de quienes, según la carne, nació el Mesías, el que está por encima de todo: Dios bendito por los siglos. Amén.


Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san Mateo (14,22-33):


Después que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo. Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. De madrugada se les acercó Jesús, andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma.
Jesús les dijo en seguida: «¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!»
Pedro le contestó: «Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua.»
Él le dijo: «Ven.»
Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: «Señor, sálvame.»
En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: «¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?» En cuanto subieron a la barca, amainó el viento.
Los de la barca se postraron ante él, diciendo: «Realmente eres Hijo de Dios.»


Palabra del Señor

lunes, 1 de agosto de 2011

SAN IGNACIO DE LOYOLA

EN TODO AMAR Y SERVIR

El 31 de julio celebra la Iglesia la memoria de san Ignacio de Loyola, un hombre pequeño en estatura pero con una fuerza espiritual inmensa, hizo de su casa el mundo, se afirmó de él, por la obra que dejó el Buen Señor Jesús hiciera en su vida.
Personalmente lo admiro porque fue dejando que el Señor Jesús lo cambiara y fortaleciera, estuvo abierto a la acción del Espíritu Divino dejándose moldear por su acción. Siendo un hombre al que le gustaba la milicia, puso esta capacidad para fundar la COMPAÑÍA DE JESÚS, para hacerse vocero del anuncio de Jesucristo en un tiempo en el que la reforma eclesial era un grito fuerte.
Su libro sobre los Ejercicios Espirituales es una proyección de su personal experiencia del Espíritu, que convirtió en un medio evangelizador, kerigmático, que busca ayudar al creyente hacer de Jesucristo el centro de su vida.
Un lema suyo es EN TODO AMAR Y SERVIR, quiero hacer de este lema la motivación de mi vida y ministerio de peregrino. El buen Jesús me ayude. A su vez, la oración TOMA SEÑOR Y RECIBE es un invitación frecuente a consagrar la vida a la Santa Trinidad.

Señor Jesús, gracias por el regalo que nos hecho en la persona de san Ignacio, que su amor y entrega total para Tí, animen siempre mi servicio para hacerlo más eficaz, obediente y sencillo, buscando sólo TU MAYOR GLORIA. Amén.

He aquí una bella biografía:


SAN IGNACIO nació probablemente, en 1491, en el castillo de Loyola en Azpeitia, población de Guipúzcoa, cerca de los Pirineos. Su padre, don Bertrán, era señor de Ofiaz y de Loyola, jefe de una de las familias más antiguas y nobles de la región. Y no era menos ilustre el linaje de su madre, Marina Sáenz de Licona y Balda. Iñigo (pues ése fue el nombre que recibió el santo en el bautismo) era el más joven de los ocho hijos y tres hijas de la noble pareja. Iñigo luchó contra los franceses en el norte de Castilla. Pero su breve carrera militar terminó abruptamente el 20 de mayo de 1521, cuando una bala de cañón le rompió la pierna durante la lucha en defensa del castillo de Pamplona. Después de que Iñigo fue herido, la guarnición española capituló.
Los franceses no abusaron de la victoria y enviaron al herido en una litera al castillo de Loyola (su hogar). Como los huesos de la pierna soldaron mal, los médicos consideraron necesario quebrarlos nuevamente. Iñigo se decidió a favor de la operación y la soportó estoicamente ya que anhelaba regresar a sus anteriores andanzas a todo costo. Pero, como consecuencia, tuvo un fuerte ataque de fiebre con tales complicaciones que los médicos pensaron que el enfermo moriría antes del amanecer de la fiesta de San Pedro y San Pablo. Sin embargo empezó a mejorar, aunque la convalecencia duró varios meses. No obstante la operación de la rodilla rota presentaba todavía una deformidad. Iñigo insistió en que los cirujanos cortasen la protuberancia y, pese a éstos le advirtieron que la operación sería muy dolorosa, no quiso que le atasen ni le sostuviesen y soportó la despiadada carnicería sin una queja. Para evitar que la pierna derecha se acortase demasiado, Iñigo permaneció varios días con ella estirada mediante unas pesas. Con tales métodos, nada tiene de extraño que haya quedado cojo para el resto de su vida.
Con el objeto de distraerse durante la convalecencia, Iñigo pidió algunos libros de caballería (aventuras de caballeros en la guerra), a los que siempre había sido muy afecto. Pero lo único que se encontró en el castillo de Loyola fue una historia de Cristo y un volumen de vidas de santos. Iñigo los comenzó a leer para pasar el tiempo, pero poco a poco empezó a interesarse tanto que pasaba días enteros dedicado a la lectura. Y se decía: "Si esos hombres estaban hechos del mismo barro que yo, bien yo puedo hacer lo que ellos hicieron". Inflamado por el fervor, se proponía ir en peregrinación a un santuario de Nuestra Señora y entrar como hermano lego a un convento de cartujos. Pero tales ideas eran intermitentes, pues su ansiedad de gloria y su amor por una dama, ocupaban todavía sus pensamientos. Sin embargo, cuando volvía a abrir el libro de la vida de los santos, comprendía la futilidad de la gloria mundana y presentía que sólo Dios podía satisfacer su corazón. Las fluctuaciones duraron algún tiempo. Ello permitió a Iñigo observar una diferencia: en tanto que los pensamientos que procedían de Dios le dejaban lleno de consuelo, paz y tranquilidad, los pensamientos vanos le procuraban cierto deleite, pero no le dejaban sino amargura y vacío. Finalmente, Iñigo resolvió imitar a los santos y empezó por hacer toda penitencia corporal posible y llorar sus pecados.
Le visita la Virgen; purificación en Manresa
Una noche, se le apareció la Madre de Dios, rodeada de luz y llevando en los brazos a Su Hijo. La visión consoló profundamente a Ignacio. Al terminar la convalecencia, hizo una peregrinación al santuario de Nuestra Señora de Montserrat, donde determinó llevar vida de penitente. Su propósito era llegar a Tierra Santa y para ello debía embarcarse en Barcelona que está muy cerca de Montserrat. La ciudad se encontraba cerrada por miedo a la peste que azotaba la región. Así tuvo que esperar en el pueblecito de Manresa, no lejos de Barcelona y a tres leguas de Montserrat. El Señor tenía otros designios más urgentes para Ignacio en ese momento de su vida. Lo quería llevar a la profundidad de la entrega en oración y total pobreza. Se hospedó ahí, unas veces en el convento de los dominicos y otras en un hospicio de pobres. Para orar y hacer penitencia, se retiraba a una cueva de los alrededores. Así vivió durante casi un año.
"A fin de imitar a Cristo nuestro Señor y asemejarme a El, de verdad, cada vez más; quiero y escojo la pobreza con Cristo, pobre más que la riqueza; las humillaciones con Cristo humillado, más que los honores, y prefiero ser tenido por idiota y loco por Cristo, el primero que ha pasado por tal, antes que como sabio y prudente en este mundo". Se decidió a "escoger el Camino de Dios, en vez del camino del mundo"...hasta lograr alcanzar su santidad.
A las consolaciones de los primeros tiempos sucedió un período de aridez espiritual; ni la oración, ni la penitencia conseguían ahuyentar la sensación de vacío que encontraba en los sacramentos y la tristeza que le abrumaba. A ello se añadía una violenta tempestad de escrúpulos que le hacían creer que todo era pecado y le llevaron al borde de la desesperación. En esa época, Ignacio empezó a anotar algunas experiencias que iban a servirle para el libro de los "Ejercicios Espirituales". Finalmente, el santo salió de aquella noche oscura y el más profundo gozo espiritual sucedió a la tristeza. Aquella experiencia dio a Ignacio una habilidad singular para ayudar a los escrupulosos y un gran discernimiento en materia de dirección espiritual. Más tarde, confesó al P. Laínez que, en una hora de oración en Manresa, había aprendido más de lo que pudiesen haberle enseñado todos los maestros en las universidades. Sin embargo, al principio de su conversión, Ignacio estaba tan sugestionado por la mentalidad del mundo que, al oír a un moro blasfemar de la Santísima Virgen, se preguntó si su deber de caballero cristiano no consistía en dar muerte al blasfemo, y sólo la intervención de la Providencia le libró de cometer ese crimen.
Tierra Santa
En febrero de 1523, Ignacio por fin partió en peregrinación a Tierra Santa. Pidió limosna en el camino, se embarcó en Barcelona, pasó la Pascua en Roma, tomó otra nave en Venecia con rumbo a Chipre y de ahí se trasladó a Jaffa. Del puerto, a lomo de mula, se dirigió a Jerusalén, donde tenía el firme propósito de establecerse. Pero, al fin de su peregrinación por los Santos Lugares, el franciscano encargado de guardarlos le ordenó que abandonase Palestina, temeroso de que los mahometanos, enfurecidos por el proselitismo de Ignacio, le raptasen y pidiesen rescate por él. Por lo tanto, el joven renunció a su proyecto y obedeció, aunque no tenía la menor idea de lo que iba a hacer al regresar a Europa. Otra vez, la Divina Providencia tenía designios para esta alma tan generosa.
De nuevo en España donde es encarcelado por la inquisición.
En 1524, llegó de nuevo a España, donde se dedicó a estudiar, pues "pensaba que eso le serviría para ayudar a las almas". Una piadosa dama de Barcelona, llamada Isabel Roser, le asistió mientras estudiaba la gramática latina en la escuela. Ignacio tenía entonces treinta y tres años, y no es difícil imaginar lo penoso que debe ser estudiar la gramática a esa edad. Al principio, Ignacio estaba tan absorto en Dios, que olvidaba todo lo demás; así, la conjugación del verbo latino "amare" se convertía en un simple pretexto para pensar: "Amo a Dios. Dios me ama". Sin embargo, el santo hizo ciertos progresos en el estudio, aunque seguía practicando las austeridades y dedicándose a la contemplación y soportaba con paciencia y buen humor las burlas de sus compañeros de escuela, que eran mucho más jóvenes que él.
Al cabo de dos años de estudios en Barcelona, pasó a la Universidad de Alcalá a estudiar lógica, física y teología; pero la multiplicidad de materias no hizo más que confundirle, a pesar de que estudiaba noche y día. Se alojaba en un hospicio, vivía de limosna y vestía un áspero hábito gris. Además de estudiar, instruía a los niños, organizaba reuniones de personas espirituales en el hospicio y convertía a numerosos pecadores con sus reprensiones llenas de mansedumbre.
Había en España muchas desviaciones de la devoción. Como Ignacio carecía de los estudios y la autoridad para enseñar, fue acusado ante el vicario general del obispo, quien le tuvo prisionero durante cuarenta y dos días, hasta que, finalmente, absolvió de toda culpa a Ignacio y sus compañeros, pero les prohibió llevar un hábito particular y enseñar durante los tres años siguientes. Ignacio se trasladó entonces con sus compañeros a Salamanca. Pero pronto fue nuevamente acusado de introducir doctrinas peligrosas. Después de tres semanas de prisión, los inquisidores le declararon inocente. Ignacio consideraba la prisión, los sufrimientos y la ignominia como pruebas que Dios le mandaba para purificarle y santificarle. Cuando recuperó la libertad, resolvió abandonar España. En pleno invierno, hizo el viaje a París, a donde llegó en febrero de 1528.
Estudios en París
Los dos primeros años los dedicó a perfeccionarse en el latín, por su cuenta. Durante el verano iba a Flandes y aun a Inglaterra a pedir limosna a los comerciantes españoles establecidos en esas regiones. Con esa ayuda y la de sus amigos de Barcelona, podía estudiar durante el año. Pasó tres años y medio en el Colegio de Santa Bárbara, dedicado a la filosofía. Ahí indujo a muchos de sus compañeros a consagrar los domingos y días de fiesta a la oración y a practicar con mayor fervor la vida cristiana. Pero el maestro Peña juzgó que con aquellas prédicas impedía a sus compañeros estudiar y predispuso contra Ignacio al doctor Guvea, rector del colegio, quien condenó a Ignacio a ser azotado para desprestigiarle entre sus compañeros. Ignacio no temía al sufrimiento ni a la humillación, pero, con la idea de que el ignominioso castigo podía apartar del camino del bien a aquéllos a quienes había ganado, fue a ver al rector y le expuso modestamente las razones de su conducta. Guvea no respondió, pero tomó a Ignacio por la mano, le condujo al salón en que se hallaban reunidos todos los alumnos y le pidió públicamente perdón por haber prestado oídos, con ligereza, a los falsos rumores. En 1534, a los cuarenta y tres años de edad, Ignacio obtuvo el título de maestro en artes de la Universidad de París.
El Señor le da compañeros
Las palabras fervorosas de Ignacio, llenas del Espíritu Santo, abrió los corazones de algunos compañeros. Por aquella época, se unieron a Ignacio otros seis estudiantes de teología: Pedro Fabro, que era sacerdote de Saboya; Francisco Javier, un navarro; Laínez y Salmerón, que brillaban mucho en los estudios; Simón Rodríguez, originario de Portugal y Nicolás Bobadilla. Movidos por las exhortaciones de Ignacio, aquellos fervorosos estudiantes hicieron voto de pobreza, de castidad y de ir a predicar el Evangelio en Palestina, o, si esto último resultaba imposible, de ofrecerse al Papa para que los emplease en el servicio de Dios como mejor lo juzgase. La ceremonia tuvo lugar en una capilla de Montmartre, donde todos recibieron la comunión de manos de Pedro Fabro, quien acababa de ordenarse sacerdote. Era el día de la Asunción de la Virgen de 1534. Ignacio mantuvo entre sus compañeros el fervor, mediante frecuentes conversaciones espirituales y la adopción de una sencilla regla de vida. Poco después, hubo de interrumpir sus estudios de teología, pues el médico le ordenó que fuese a tomar un poco los aires natales, ya que su salud dejaba mucho que desear. Ignacio partió de París, en la primavera de 1535. Su familia le recibió con gran gozo, pero el santo se negó a habitar en el castillo de Loyola y se hospedó en una pobre casa de Azpeitia.
Bendición del Papa; aparición del Señor
Dos años más tarde, se reunió con sus compañeros en Venecia. Pero la guerra entre venecianos y turcos les impidió embarcarse hacia Palestina. Los compañeros de Ignacio, que eran ya diez, se trasladaron a Roma; Paulo III los recibió muy bien y concedió a los que todavía no eran sacerdotes el privilegio de recibir las órdenes sagradas de manos de cualquier obispo. Después de la ordenación, se retiraron a una casa de las cercanías de Venecia a fin de prepararse para los ministerios apostólicos. Los nuevos sacerdotes celebraron la primera misa entre septiembre y octubre, excepto Ignacio, quien la difirió más de un año con el objeto de prepararse mejor para ella. Como no había ninguna probabilidad de que pudiesen trasladarse a Tierra Santa, quedó decidido finalmente que Ignacio, Fabro y Laínez irían a Roma a ofrecer sus servicios al Papa. También resolvieron que, si alguien les preguntaba el nombre de su asociación, responderían que pertenecían a la Compañía de Jesús (San Ignacio no empleó nunca el nombre de "jesuita". Este nombre comenzó como un apodo), porque estaban decididos a luchar contra el vicio y el error bajo el estandarte de Cristo. Durante el viaje a Roma, mientras oraba en la capilla de "La Storta", el Señor se apareció a Ignacio, rodeado por un halo de luz inefable, pero cargado con una pesada cruz. Cristo le dijo: "Ego vobis Romae propitius ero" (Os seré propicio en Roma). Paulo III nombró al padre Fabro profesor en la Universidad de la Sapienza y confió a Laínez el cargo de explicar la Sagrada Escritura. Por su parte, Ignacio se dedicó a predicar los Ejercicios y a catequizar al pueblo. El resto de sus compañeros trabajaba en forma semejante, a pesar de que ninguno de ellos dominaba todavía el italiano.
La Compañía de Jesús
Ignacio y sus compañeros decidieron formar una congregación religiosa para perpetuar su obra. A los votos de pobreza y castidad debía añadirse el de obediencia para imitar más de cerca al Hijo de Dios, que se hizo obediente hasta la muerte. Además, había que nombrar a un superior general a quien todos obedecerían, el cual ejercería el cargo de por vida y con autoridad absoluta, sujeto en todo a la Santa Sede. A los tres votos arriba mencionados, se agregaría el de ir a trabajar por el bien de las almas adondequiera que el Papa lo ordenase. La obligación de cantar en común el oficio divino no existiría en la nueva orden, "para que eso no distraiga de las obras de caridad a las que nos hemos consagrado". No por eso descuidaban la oración que debía tomar al menos una hora diaria.
La primera de las obras de caridad consistiría en "enseñar a los niños y a todos los hombres los mandamientos de Dios". La comisión de cardenales que el Papa nombró para estudiar el asunto se mostró adversa al principio, con la idea de que ya había en la Iglesia bastantes órdenes religiosas, pero un año más tarde, cambió de opinión, y Paulo III aprobó la Compañía de Jesús por una bula emitida el 27 de septiembre de 1540. Ignacio fue elegido primer general de la nueva orden y su confesor le impuso, por obediencia, que aceptase el cargo. Empezó a ejercerlo el día de Pascua de 1541 y, algunos días más tarde, todos los miembros hicieron los votos en la basílica de San Pablo Extramuros.
Ignacio pasó el resto de su vida en Roma, consagrado a la colosal tarea de dirigir la orden que había fundado. Entre otras cosas, fundó una casa para alojar a los neófitos judíos durante el período de la catequesis y otra casa para mujeres arrepentidas. En cierta ocasión, alguien le hizo notar que la conversión de tales pecadoras rara vez es sincera, a lo que Ignacio respondió: "Estaría yo dispuesto a sufrir cualquier cosa por el gozo de evitar un solo pecado". Rodríguez y Francisco Javier habían partido a Portugal en 1540. Con la ayuda del rey Juan III, Javier se trasladó a la India, donde empezó a ganar un nuevo mundo para Cristo. Los padres Goncalves y Juan Nuñez Barreto fueron enviados a Marruecos a instruir y asistir a los esclavos cristianos. Otros cuatro misioneros partieron al Congo; algunos más fueron a Etiopía y a las colonias portuguesas de América del Sur.
Un baluarte de verdad y orden ante el protestantismo
El Papa Paulo III nombró como teólogos suyos, en el Concilio de Trento, a los padres Laínez y Salmerón. Antes de su partida, San Ignacio les ordenó que visitasen a los enfermos y a los pobres y que, en las disputas se mostrasen modestos y humildes y se abstuviesen de desplegar presuntuosa- mente su ciencia y de discutir demasiado. Pero, sin duda que entre los primeros discípulos de Ignacio el que llegó a ser más famoso en Europa, por su saber y virtud, fue San Pedro Canisio, a quien la Iglesia venera actualmente como Doctor. En 1550, San Francisco de Borja regaló una suma considerable para la construcción del Colegio Romano. San Ignacio hizo de aquel colegio el modelo de todos los otros de su orden y se preocupó por darle los mejores maestros y facilitar lo más posible el progreso de la ciencia. El santo dirigió también la fundación del Colegio Germánico de Roma, en el que se preparaban los sacerdotes que iban a trabajar en los países invadidos por el protestantismo. En vida del santo se fundaron universidades, seminarios y colegios en diversas naciones. Puede decirse que San Ignacio echó los fundamentos de la obra educativa que había de distinguir a la Compañía de Jesús y que tanto iba a desarrollarse con el tiempo.
En 1542, desembarcaron en Irlanda los dos primeros misioneros jesuitas, pero el intento fracasó. Ignacio ordenó que se hiciesen oraciones por la conversión de Inglaterra, y entre los mártires de Gran Bretaña se cuentan veintinueve jesuitas. La actividad de la Compañía de Jesús en Inglaterra es un buen ejemplo del importantísimo papel que desempeñó en la contrarreforma. Ese movimiento tenía el doble fin de dar nuevo vigor a la vida de la Iglesia y de oponerse al protestantismo. "La Compañía de Jesús era exactamente lo que se necesitaba en el siglo XVI para contrarrestar la Reforma. La revolución y el desorden eran las características de la Reforma. La Compañía de Jesús tenía por características la obediencia y la más sólida cohesión. Se puede afirmar, sin pecar contra la verdad histórica, que los jesuitas atacaron, rechazaron y derrotaron la revolución de Lutero y, con su predicación y dirección espiritual, reconquistaron a las almas, porque predicaban sólo a Cristo y a Cristo crucificado. Tal era el mensaje de la Compañía de Jesús, y con él, mereció y obtuvo la confianza y la obediencia de las almas" (cardenal Manning). A este propósito citaremos las, instrucciones que San Ignacio dio a los padres que iban a fundar un colegio en Ingolstadt, acerca de sus relaciones con los protestantes: "Tened gran cuidado en predicar la verdad de tal modo que, si acaso hay entre los oyentes un hereje, le sirva de ejemplo de caridad y moderación cristianas. No uséis de palabras duras ni mostréis desprecio por sus errores". El santo escribió en el mismo tono a los padres Broet y Salmerón cuando se aprestaban a partir para Irlanda.
Una de las obras más famosas y fecundas de Ignacio fue el libro de los Los Ejercicios Espirituales. Es la obra maestra de la ciencia del discernimiento. Empezó a escribirlo en Manresa y lo publicó por primera vez en Roma, en 1548, con la aprobación del Papa. Los Ejercicios cuadran perfectamente con la tradición de santidad de la Iglesia. Desde los primeros tiempos, hubo cristianos que se retiraron del mundo para servir a Dios, y la práctica de la meditación es tan antigua como la Iglesia. Lo nuevo en el libro de San Ignacio es el orden y el sistema de las meditaciones. Si bien las principales reglas y consejos que da el santo se hallan diseminados en las obras de los Padres de la Iglesia, San Ignacio tuvo el mérito de ordenarlos metódicamente y de formularlos con perfecta claridad.
La prudencia y caridad del gobierno de San Ignacio le ganó el corazón de sus súbditos. Era con ellos afectuoso como un padre, especialmente con los enfermos, a los que se encargaba de asistir personalmente procurándoles el mayor bienestar material y espiritual posible. Aunque San Ignacio era superior, sabía escuchar con mansedumbre a sus subordinados, sin perder por ello nada de su autoridad. En las cosas en que no veía claro se atenía humildemente al juicio de otros. Era gran enemigo del empleo de los superlativos y de las afirmaciones demasiado categóricas en la conversación. Sabía sobrellevar con alegría las críticas, pero también sabía reprender a sus súbditos cuando veía que lo necesitaban. En particular, reprendía a aquéllos a quienes el estudio volvía orgullosos o tibios en el servicio de Dios, pero fomentaba, por otra parte, el estudio y deseaba que los profesores, predicadores y misioneros, fuesen hombres de gran ciencia. La corona de las virtudes de San Ignacio era su gran amor a Dios. Con frecuencia repetía estas palabras, que son el lema de su orden: "A la mayor gloria de Dios". A ese fin refería el santo todas sus acciones y toda la actividad de la Compañía de Jesús. También decía frecuentemente: "Señor, ¿qué puedo desear fuera de Ti?" Quien ama verdaderamente no está nunca ocioso. San Ignacio ponía su felicidad en trabajar por Dios y sufrir por su causa. Tal vez se ha exagerado algunas veces el "espíritu militar" de Ignacio y de la Compañía de Jesús y se ha olvidado la simpatía y el don de amistad del santo por admirar su energía y espíritu de empresa.
Durante los quince años que duró el gobierno de San Ignacio, la orden aumentó de diez a mil miembros y se extendió en nueve países europeos, en la India y el Brasil. Como en esos quince años el santo había estado enfermo quince veces, nadie se alarmó cuando enfermó una vez más. Murió súbitamente el 31 de julio de 1556, sin haber tenido siquiera tiempo de recibir los últimos sacramentos.
Fue canonizado en 1622, y Pío XI le proclamó patrono de los ejercicios espirituales y retiros.
-Adaptado del trabajo de Alban Butler et all, edición en español de R.P. Wilfredo Guinea. La Vida de los Santos de Butler, vol. 3. (Chicago USA: Rand McNally, 1965) pg.222-228.

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