PEREGRINO DE SANTIAGO

ALIENTOS PARA EL CAMINO

"Mi pasado Señor lo confío a tu misericordia,
mi presente a tu amor,
mi futuro a tu providencia"

domingo, 7 de agosto de 2011

AGOSTO 7 - DOMINGO 19 DEL TIEMPO ORDINARIO


La Palabra de la Santa Escritura que se proclama para todo el pueblo creyente en este Domingo es muy rica y variada, de ella podemos sacar un gran alimento para nuestro camino de fe

DISCERNIR EL PASO DEL SEÑOR

La lectura del primer libro de los Reyes, en la que se nos narra la experiencia de Dios N.S. que tuvo el profeta Elías en el Horeb es un texto de discernimiento interesante. El profeta es invitado a esperar al Señor que le va a hablar, y ante signos potentes de la naturaleza como el viento huracanado, la tormenta, el terremoto, se afirma que 'el Señor no estaba allí'; pero al sentir una suave brisa, el profeta sale de la cueva al encuentro de su Dios.
En este relato siempre siento una llamada a no dejarme seducir por acontecimientos demasiado magníficos que obnubilen la sencilla y cotidiana presencia del buen Señor. Hoy estamos todos muy tentados a creer que sólo ante grandes eventos milagrosos (p.e. Misas de Sanación, encuentros de alabanza, etc.) estaremos cercanos a la potente obra divina. Cuánta gente va de un grupo cristiano a otro buscando dichos acontecimientos espectaculares, dejando al margen otros signos eficaces de la asistencia divina. El Salmo de este día ayuda a concretar unos signos divinos importantísimos y sutilísimos que no podemos pasar por alto, 'la misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan', donde estén estas virtudes allí está Dios N.S. reinando y haciendo sentir su poder. Puedo ser testigo de las obras más grandes del poder de Dios, pero si no tengo virtudes en el corazón que me abran más dócilmente a la acció
n del Espíritu y mi vida no refleja esa obediencia en el amor al prójimo todavía estoy muy lejos de la verdadera contemplación del Señor.
No quiero dar a entender que el poder del Buen Señor esté restringido a esta ordinariez, milagros inmensos y potentes se pueden constatar en el mundo; pero estoy convencido que es más importante 'salir al encuentro del Señor en la cotidianidad'.

INVITACIÓN A LA CONFIANZA
Creo que también vale la pena hacer una anotación a partir del Santo Evangelio. Tres veces repita el texto la palabra MIEDO. Miedo sienten los discípulos cuando creen ver un fantasma sobre el lago - Jesús les invita a no temer a los asustadizos discípulos - Pedro siente miedo ante la fuerza del viento. La gran invitación de Jesús es 'NO TENGAN MIEDO'.
¿Qué miedos alberga mi corazón? Son muchos los temores que podemos tener, algunos más serios que otros, pues en verdad, cuántas veces nos creamos miedos 'tontos', sin necesidad, pero en otras ocasiones sentimos que se nos van desmoronando nuestras seguridades y nos vemos desprotegidos y desprovistos: persecusiones - injurias - reveses económicos - inseguridades ante personas... El temor nos hace vacilar, no nos deja dormir tranquilos, nos roba la paz, todo se vuelve sombrío...
La fe en Jesús quita todo temor, estar con Jesús caminando sobre las aguas a pesar que el viento sea impetuoso es caminar con seguridad, porque sé que Él es mi protector, mi guardián, mi bien... Pidamos hoy al Buen Salvador nos quite todo temor, aparte de nosotros toda desconfianza, que abra nuestra mente y nuestro corazón para decir con el salmista: EL SEÑOR ES MI PASTOR NADA ME FALTA o SEÑOR JESÚS, YO CONFÍO EN TÍ.

LITURGIA DE LA PALABRA

Lectura del primer libro de los Reyes (19,9a.11-13a):


En aquellos días, cuando Ellas llegó al Horeb, el monte de Dios, se metió en una cueva donde pasó la noche. El Señor le dijo: «Sal y ponte de pie en el monte ante el Señor. ¡El Señor va pasar!» Vino un huracán tan violento que descuajaba los montes y hizo trizas las peñas delante del Señor; pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento, vino un terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto. Después del terremoto, vino un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego, se oyó una brisa tenue; al sentirla, Elías se tapó el rostro con el manto, salió afuera y se puso en pie a la entrada de la cueva.


Palabra de Dios
Sal 84, 9ab-10. 11-12. 13-14


R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación



Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos.»
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra. R/.


La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R/.


El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos. R/.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (9,1-5):


Digo la verdad en Cristo; mi conciencia, iluminada por el Espíritu Santo, me asegura que no miento. Siento una gran pena y un dolor incesante, en mi corazón, pues por el bien de mis hermanos, los de mi raza según la carne, quisiera incluso ser un proscrito lejos de Cristo. Ellos descienden de Israel, fueron adoptados como hijos, tienen la presencia de Dios, la alianza, la ley, el culto y las promesas. Suyos son los patriarcas, de quienes, según la carne, nació el Mesías, el que está por encima de todo: Dios bendito por los siglos. Amén.


Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san Mateo (14,22-33):


Después que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo. Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. De madrugada se les acercó Jesús, andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma.
Jesús les dijo en seguida: «¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!»
Pedro le contestó: «Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua.»
Él le dijo: «Ven.»
Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: «Señor, sálvame.»
En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: «¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?» En cuanto subieron a la barca, amainó el viento.
Los de la barca se postraron ante él, diciendo: «Realmente eres Hijo de Dios.»


Palabra del Señor

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