PEREGRINO DE SANTIAGO

ALIENTOS PARA EL CAMINO

"Mi pasado Señor lo confío a tu misericordia,
mi presente a tu amor,
mi futuro a tu providencia"

domingo, 31 de julio de 2011

JULIO 31 - DOMINGO XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO

EL SEÑOR JAMÁS DESAMPARA
La Palabra de este Domingo nos ofrece unas claves de discernimiento valiosas sobre el valor de nuestras necesidades.
El profeta Isaías nos presente la gran promesa de la gratuidad divina, el pueblo que se encuentra en el destierro, desprovistos de tantas cosas y expuestos al maltrato son invitados a buscar a Aquél que los saciará, el amor del Padre Dios nunca falla, siempre está disponible para los suyos.
San Pablo enunciar diversas situaciones críticas en las que cualquier persona puede sentirse desesperada, pero pone de manifiesto que nada de eso puede apartarnos del amor de Cristo, que siempre permanece, por más tormentoso que pueda parecer el camino.
El Santo Evangelio nos concreto mucho más la necesidad de una gran multitud ante la cual Jesús siente compasión, y frente a la cual ofrece la sanación y la enseñanza. Como Hijo del Padre se muestra solidario con tantas luchas y súplicas, no las desatiende y corrige a sus discípulos para que ellos también estés atentos y no pasen de largo cuando contemplen tantas miserias: 'denles ustedes de comer'. Cómo no encontrar aquí también una orientación para nosotros, por qué pretendemos dejar en manos de Dios todo??? No nos corresponde a nosotros dar nuestro 'granito de arena'??? Aprendamos a decir: 'Señor, qué esperas de mi'.

SALVADOR NUESTRO, GRACIAS PORQUE TU AMOR ES ETERNO, GRACIAS PORQUE TU MANO ESTÁ SIEMPRE TENDIDA PARA SOCORRERNOS Y LEVANTARNOS, SIN TI NADA PODEMOS HACER... DANOS TU ESPÍRITU SANTO PARA QUE NOS ANIME A SER MÁS DISPONIBLES EN LA REALIZACIÓN DEL BIEN Y EN SER TUS MANOS Y PIES EN EL SERVICIO DE LOS NECESITADOS.

LITURGIA DE LA PALABRA

Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (55,1-3):

Así dice el Señor: «Oíd, sedientos todos, acudid por agua, también los que no tenéis dinero: venid, comprad trigo, comed sin pagar vino y leche de balde. ¿Por qué gastáis dinero en lo que no alimenta, y el salario en lo que no da hartura? Escuchadme atentos y comeréis bien, saborearéis platos sustanciosos. Inclinad el oído, venid a mí: escuchadme, y viviréis. Sellaré con vosotros alianza perpetua, la promesa que aseguré a David.»

Palabra de Dios
Salmo
Sal 144

R/.
Abres tú la mano, Señor, y nos sacias de favores

El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R/.

Los ojos de todos te están aguardando,
tú les das la comida a su tiempo;
abres tú la mano,
y sacias de favores a todo viviente. R/.

El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8,35.37-39):

¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿la aflicción?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada? Pero en todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.

Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (14,13-21):

En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, el Bautista, se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: «Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer.»
Jesús les replicó: «No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer.»
Ellos le replicaron: «Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces.»
Les dijo: «Traédmelos.»
Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.

Palabra del Señor

domingo, 24 de julio de 2011

JULIO 24 - DOMINGO XVII DEL TIEMPO ORDINARIO

¿QUÉ ES LO MÁS IMPORTANTE PARA VIVIR BIEN?

La pregunta con la que titulo esta reflexión nos puede servir de orientación para tomar más provecho de las lecturas que la Liturgia de la Palabra nos ofrece para este Domingo XVII.

Al ir creciendo como personas vamos notando que hay cosas, personas, momentos, a las que les damos más importancia que a otras, también algunas cosas, personas y momentos van tomando tanta fuerza en la vida que parecieran ser imprescindibles para el disfrute de la misma. Los esfuerzos que se hacen, los proyectos que se emprenden se ven igualmente ‘condicionados’ para aquella realidad esencial que permea cada ámbito de nuestra existencia. Las realidades que nos pueden marcar son cosas materiales (casa – vehículo – dinero, etc.), personas especiales (familiares – amigos), momentos significativos (deporte – fiesta – partidos de futbol - dirección de eventos, etc).

La primera lectura, del libro I de los Reyes, nos presenta la oferta que Dios N.S. hace a Salomón de solicitarle para su misión lo que desee; el joven rey solo hace la solicitud de tener la sabiduría para orientar al pueblo que su Señor le confía. El mismo Dios valora su súplica, pues considera que es lo más importante y con ello podrá obtener otro tipo de beneficios, en todo caso, ha sabido qué era lo estrictamente necesario.

Jesús quiere invitar a sus discípulos, por las parábolas del Tesoro Escondido y la Perla Preciosa a descubrir el Reino de Dios como la realidad más fascinante e importante que puede guiar la vida de toda persona. Es tan importante y valiosa la presencia – relación con Dios N.S., que por vivirla todo lo demás se vende – deja, con tal de conseguirla… además, no es para entristecerse, pues la alegría que brinda, la satisfacción que da no se puede comparar.

¿Cómo hemos descubierto en nuestra vida el Reino de Dios?, la mayoría somos personas creyentes; pero ¿qué importancia le damos a dicha experiencia? Pensemos en la prioridad que le damos a la Eucaristía – la Oración – la Caridad, ¿gozamos de estos momentos? ¿Qué somos capaces de dejar por aprovecharlos? Estas inquietudes no buscan desvalorizar tantas riquezas que la vida nos ofrece como cosas, personas y momentos; ahora bien, sí nos puede dejar claro que lo más importante en la vida de un ser humano es gustar la relación con el Padre Dios, sentirse amado por Él en su Hijo Jesucristo y ser continuamente dócil a la acción del Espíritu Santo; esta experiencia llenará todos nuestros horizontes y nos hará profundamente felices.

Señor Jesús, envíanos desde la Gloria del Padre el Don Divino; que su santa compañía abra nuestros ojos – nuestros oídos – nuestro tacto, para gozar de la Gran Riqueza del Misterio Trinitario. Sólo Tú puedes hacernos plenamente felices Señor Jesús, que tantas riquezas que poseemos nos conduzcan siempre a Ti y si alguna cosa, persona o momento oculta tu belleza, resplandece con más poder para reconducirnos. AMÉN.

LITURGIA DE LA PALABRA

Primera lectura
Lectura del primer libro de los Reyes (3,5.7-12):

En aquellos días, el Señor se apareció en sueños a Salomón y le dijo: «Pideme lo que quieras.»
Respondió Salomón: «Señor, Dios mío, tú has hecho que tu siervo suceda a David, mi padre, en el trono, aunque yo soy un muchacho y no sé desenvolverme. Tu siervo se encuentra en medio de tu pueblo, un pueblo inmenso, incontable, innumerable. Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar a tu pueblo, para discernir el mal del bien, pues, ¿quién sería capaz de gobernar a este pueblo tan numeroso?»
Al Señor le agradó que Salomón hubiera pedido aquello, y Dios le dijo: «Por haber pedido esto y no haber pedido para ti vida larga ni riquezas ni la vida de tus enemigos, sino que pediste discernimiento para escuchar y gobernar, te cumplo tu petición: te doy un corazón sabio e inteligente, como no lo ha habido antes ni lo habrá después de ti.»

Palabra de Dios
Salmo
Sal 118,57.72.76-77.127-128.129-130

R/.
¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!

Mi porción es el Señor;
he resuelto guardar tus palabras.
Más estimo yo los preceptos de tu boca
que miles de monedas de oro y plata. R/.

Que tu bondad me consuele,
según la promesa hecha a tu siervo;
cuando me alcance tu compasión,
viviré, y mis delicias serán tu voluntad. R/.

Yo amo tus mandatos
más que el oro purísimo;
por eso aprecio tus decretos
y detesto el camino de la mentira. R/.

Tus preceptos son admirables,
por eso los guarda mi alma;
la explicación de tus palabras ilumina,
da inteligencia a los ignorantes. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8,28-30):

Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.

Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,44-52):

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra. El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?»
Ellos le contestaron: «Sí.»
Él les dijo: «Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.»

Palabra del Señor

lunes, 18 de julio de 2011

SANTA MARÍA MAGDALENA - La experiencia del verdadero Amor

El próximo viernes 22 de julio, celebraremos la Memoria de Santa María Magdalena, una mujer vinculada de modo muy cercano el ministerio público de Nuestro Señor Jesucristo. En nuestros días son muchas las conjeturas, 'o chismes' o 'chistes flojos', que en torno a ella se arman, la misma película 'El código Da Vinci', hace toda una defensa de su figura, poniéndola en un contexto diversísimo al que tiene originalmente en el Plan Salvífico.
Los textos de la Palabra de Dios que se proclaman en este día nos ayudan a valorar cómo la ha valorado la Iglesia a lo largo de los años:


Primera lectura
Lectura del libro del Cantar de los Cantares (3,1-4a):

Así dice la esposa: «En mi cama, por la noche, buscaba al amor de mi alma: lo busqué y no lo encontré. Me levanté y recorrí la ciudad por las calles y las plazas, buscando al amor de mi alma; lo busqué y no lo encontré. Me han encontrado los guardias que rondan por la ciudad: "¿Visteis al amor de mi alma?" Pero, apenas los pasé, encontré al amor de mi alma.»

Palabra de Dios
Salmo
Sal 62,2.3-4.5-6.8-9

R/.
Mi alma está sedienta de ti, mi Dios

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua. R/.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios. R/.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos. R/.

Porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (20,1.11-18):

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.
Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?»
Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.»
Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?»
Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré.»
Jesús le dice: «¡María!»
Ella se vuelve y le dice: «¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!»
Jesús le dice: «Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro."»
María Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto.»

Palabra del Señor
María Magdalena es la mujer que busca el amor verdadero. Se le ha relacionado con la mujer adúltera de la que nos habla Juan 8, 1-11; también con aquella seguidora de Jesús 'de la que había expulsado siete demonios' (Lucas 8, 2), afirmación que la haría ver como la mujer más mala del mundo, por no decir 'vagabunda'... Es con la prostitución con la que más se le ha relacionado, leída ésta como una búsqueda de afecto en diferentes hombres... Sólo Jesús pudo colmar la búsqueda de amor, el libro del Cantar de los Cantares habla de la amada que desesperada va en busca de su amante, que se ha ido, no sabe dónde está y se reposa al hallarlo... El Salmo 62 ayuda a ver en Dios Nuestro Señor, Aquel que nos calma la sed, Aquel donde todas nuestras necesidades encuentran satisfacción... El Evangelio según San Juan pone de manifiesto el dolor de María por la desaparición del cuerpo de Jesús, quiere ejercer con Él una obra de bien terminando el proceso de embalsamamiento; desesperada se mueve de un lado al otro, va y le cuenta a los discípulos, vuelve con ellos y aunque ellos vuelven a Jesuralén, ella sigue allí... conversando con el jardinero repite su búsqueda y al sentirse llamada por su nombre propio sabe que es su AMADO JESÚS el que la llama y con nuevos ojos lo contempla, por perseverar en el amor gozó del amor y se hizo misionera del mismo, la primera entre los discípulos.
Tres personajes para una historia

María Magdalena, así, con su nombre completo, aparece en varias escenas evangélicas. Ocupa el primer lugar entre las mujeres que acompañan a Jesús (Mt 27, 56; Mc 15, 47; Lc 8, 2); está presente durante la Pasión (Mc 15, 40) y al pie de la cruz con la Madre de Jesús (Jn 19, 25); observa cómo sepultan al Señor (Mc 15, 47); llega antes que Pedro y que Juan al sepulcro, en la mañana de la Pascua (Jn 20, 1-2); es la primera a quien se aparece Jesús resucitado (Mt 28, 1-10; Mc 16, 9; Jn 20, 14), aunque no lo reconoce y lo confunde con el hortelano (Jn 20, 15); es enviada a ser apóstol de los apóstoles (Jn 20, 18). Tanto Marcos como Lucas nos informan que Jesús había expulsado de ella «siete demonios». (Lc 8, 2; Mc 16, 9)

María de Betania es la hermana de Marta y de Lázaro; aparece en el episodio de la resurrección de su hermano (Jn 11); derrama perfume sobre el Señor y le seca los pies con sus cabellos (Jn 11, 1; 12, 3); escucha al Señor sentada a sus pies y se lleva «la mejor parte» (Lc 10, 38-42) mientras su hermana trabaja.

Finalmente, hay un tercer personaje, la pecadora anónima que unge los pies de Jesús (Lc 7, 36-50) en casa de Simón el Fariseo.

Dos en una, tres en una

No era difícil, leyendo todos estos fragmentos, establecer una relación entre la unción de la pecadora y la de María de Betania, es decir, suponer que se trata de una misma unción (aunque las circunstancias difieren), y por lo tanto de una misma persona.

Por otra parte, los «siete demonios» de Magdalena podían significar un grave pecado del que Jesús la habría liberado. No hay que olvidar que Lucas presenta a María Magdalena (Lc 8, 1-2) a renglón seguido del relato de la pecadora arrepentida y perdonada (Lc 7, 36-50).

San Juan, al presentar a los tres hermanos de Betania (Marta, María y Lázaro), dice que «María era la que ungió al Señor con perfumes y le secó los pies con sus cabellos». El lector atento piensa: "Conozco a este personaje: es la pecadora de Lucas 7". Además, en el mismo evangelio de Lucas, inmediatamente después del episodio de la unción, se nos presenta a María Magdalena, de la que habían salido «siete demonios». El lector ratifica su impresión: "María Magdalena es la pecadora que ungió a Jesús". Y por último, en el mismo evangelio de San Lucas, pocos capítulos después (Lc 10), María, hermana de Marta, aparece escuchando al Señor sentada a sus pies. El lector concluye: "María Magdalena y esta María son una misma persona, la pecadora penitente y perdonada, que Juan también menciona por su nombre aclarándonos que vivía en Betania".

Pero esta conclusión no es necesaria porque:

no hay por qué relacionar a Juan con Lucas; los relatos difieren en varios detalles. Así, por ejemplo, la unción, según Lucas, tiene lugar en casa de Simón el Fariseo; su relato hace explícita referencia a los pecados de la mujer que unge a Jesús. Pero Mateo, Marcos y Juan, por su parte, hablan de la unción en Betania en casa de un tal Simón (Juan no aclara el nombre del dueño de casa, sólo señala que Marta servía y que Lázaro estaba presente), y mencionan el gesto hipócrita de Judas en relación con el precio del perfume, sin sugerir que la mujer fuese una pecadora. Sólo Juan nos ofrece el nombre de la mujer, que los demás no mencionan.

los «siete demonios» no significan un gran número de pecados, sino -como lo aclara allí mismo Lucas- «espíritus malignos y enfermedades»; este significado es más conforme con el uso habitual en los evangelios.

Dos teorías

Los argumentos a favor de la identificación de los tres personajes, como vemos, son débiles. Sin embargo, tal identificación cuenta a su favor con una larga tradición, como se ha mencionado. Hay que decir también que los argumentos a favor de la distinción entre las tres mujeres tampoco son totalmente concluyentes. Es decir que ambas teorías cuentan con razones a favor y en contra, y de hecho, a lo largo de la historia, ambas interpretaciones han sido sostenidas por los exégetas: así, por ejemplo, los latinos estuvieron siempre más de acuerdo en identificar a las tres mujeres, y los griegos en distinguirlas.

Una respuesta "oficial"

A pesar de que ambas posturas cuentan con argumentos, hoy en día la Iglesia Católica se ha inclinado claramente por la distinción entre las tres mujeres. Concretamente, en los textos litúrgicos, ya no se hace ninguna referencia -como sí ocurría antes del Concilio- a los pecados de María Magdalena o a su condición de "penitente", ni a las demás características que le provendrían de ser también María de Betania, hermana de Lázaro y de Marta. En efecto, la Iglesia ha considerado oportuno atenerse sólo a los datos seguros que ofrece el evangelio.

Por ello, actualmente se considera que la identificación entre Magdalena, la pecadora y María es más bien una confusión "sin ningún fundamento", como dice la nota al pie en Lc 7, 37 de "El Libro del Pueblo de Dios". No hay dudas de que la Iglesia, a través de su Liturgia, ha optado por la distinción entre la Magdalena, María de Betania y la pecadora, de modo que hoy podemos asegurar que María Magdalena, por lo que nos cuenta la Escritura y por lo que nos afirma la Liturgia, no fue "pecadora pública", "adúltera" ni "prostituta", sino sólo seguidora de Cristo, de cuyo amor ardiente fue contagiada, para anunciar el gozo pascual a los mismos Apóstoles.

Isadora compuso una bella canción que busca resaltar la experiencia de amor de María Magdalena con Nuestro Señor, puedes ver el video en este link: http://youtu.be/-v1O7LSGeuo

sábado, 16 de julio de 2011

JULIO 17 - DOMINGO XVI DEL TIEMPO ORDINARIO


LA FUERZA DE DIOS

En nuestra vida, como en la vida de muchas personas, la pregunta sobre el por qué del mal se ha planteado. Encender la TV nos pone en un primer contacto con una realidad en la que cotidianamente escuchamos de asesinatos, injusticias, corrupción, desorden, etc. un ambiente caótico en el que los sentimientos pueden tender a confundirse, mientras no se hayan cerrado en la indiferencia; otro contacto es el directo, en el que se sufre profundamente por las decisiones caprichosas de otros que atentan contra la integridad de una persona de muy diversos modos: físico - moral - sicológico.
Frente a este contexto tan triste, la mirada del corazón pueden inquietarse haciendo la pregunta a DIOS, el SER TODOPODEROSO, acerca de la razón de dicha 'sin-razón' y hasta la duda puede acechar: ¿será tan TODOPODEROSO?¿se hará el DESENTENDIDO?¿Por qué los malvados prosperan, mientras los justos parecen ir de mal en peor (Cfr. Salmo 73 (72))?
La Palabra de Dios que se proclama en este Domingo puede ayudarnos en la profundización de este misterio. La Parábola del Trigo y la Cizaña iluminan en buena parte cómo Dios Padre pone su mano frente a la acción del mal. En primera medida se ha de subrayar la bondad divina en la siembra, más aún, en la BUENA SEMILLA, cómo no recordar aquí las palabras del Génesis: '... y vio Dios que era bueno'; nada malo ha salido de las manos divinas, así pues, sólo el Maligno, el enemigo de Dios y del Hombre, puede sembrar lo contrario a la paz, la justicia, la concordia, regando con su veneno un daño que afecta el corazón humano dejando crecer en él la maleza que aparta del Plan Divino. 'Dormirse' es descuidarse, dejar de estar atento para la obra de Dios, abriendo espacio para la acción de quien acecha para perturbar el proyecto divino.



¿Qué hacer frente a ello? Es clara la voz del dueño de la cosecha: NO ARRANCAR JUNTOS, dejar que crezcan juntos el trigo y la maleza, 'aprender a vivir con el mal', no como algo natural, sino como algo que hace parte de la realidad y que sin la ayuda divina no se puede erradicar. El mal nunca podrá ser eliminado por la sola fuerza del hombre, el mal sólo puede ser vencido por Dios Nuestro Señor, por eso se ha de recurrir a su infinita sabiduría para saber cómo afrontar la adversidad que nos pone zancadilla frecuentemente.
La luz de Dios no dice que no podemos pretender arrancar el mal con el mal, la violencia no se apacigua con más represión... ¿Qué puede cambiar tanto veneno y oscuridad? Sólo el AMOR DE DIOS, el poder de Dios es perdón, misericordia, clemencia, paciencia... siempre nos aguarda para obrar en nosotros maravillas, mientras lo dejamos crecer como la semilla de mostaza y lo dejamos nos impregne totalmente como la levadura en la masa... Sin los SENTIMIENTOS DE CRISTO, la acción del mal nos apabulla y puede hacer tomar las decisiones más erradas. Por otra parte, tengamos la certeza, que a pesar de todo el mal que parece derrumbar la bondad divina, la última palabra sobre la Historia la tiene el Padre Dios, sólo su Gloria reinará y el mal será eliminado... Confiemos en esta promesa que Él nos ha hecho: YO VENCERÉ¡¡¡
Renovemos hoy nuestra confianza en el amor de la Trinidad que jamás se acaba y pidámosle nos ayude a estar despiertos para no dejarnos vencer por los engaños y arrebatos del mal.

SEÑOR JESUCRISTO, QUE PASASTE POR EL MUNDO HACIENDO EL BIEN, TOMA NUESTROS CORAZONES CON TU MANO Y CÚRALOS DE TANTO MAL QUE LOS CUBRE: VICIOS - VANIDADES - VENGANZAS - CELOS... HAZ QUE SEAMOS TRIGO BUENO PARA ALIMENTAR A MUCHOS Y NUNCA MALEZA ESTORBOSA QUE ROBA NUTRIENTES A LA TIERRA. CONFIAMOS EN TU CONSTANTE COMPAÑÍA Y PROTECCIÓN

lunes, 11 de julio de 2011

SAN BENITO, ABAD


Palabras del Santo Padre en la Catequesis de la Audiencia General del miércoles 9 de abril de 2008, dedicada a san Benito de Nursia (Memoria Obligatoria - 11 de julio)

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy voy a hablar de san Benito, fundador del monacato occidental y también patrono de mi pontificado. Comienzo citando una frase de san Gregorio Magno que, refiriéndose a san Benito, dice: «Este hombre de Dios, que brilló sobre esta tierra con tantos milagros, no resplandeció menos por la elocuencia con la que supo exponer su doctrina» (DQueridos hermanos y hermanas:

Hoy voy a hablar de san Benito, fundador del monacato occidental y también patrono de mi pontificado. Comienzo citando una frase de san Gregorio Magno que, refiriéndose a san Benito, dice: «Este hombre de Dios, que brilló sobre esta tierra con tantos milagros, no resplandeció menos por la elocuencia con la que supo exponer su doctrina» (Dial. II, 36). El gran Papa escribió estas palabras en el año 592; el santo monje había muerto cincuenta años antes y todavía seguía vivo en la memoria de la gente y sobre todo en la floreciente Orden religiosa que fundó. San Benito de Nursia, con su vida y su obra, ejerció una influencia fundamental en el desarrollo de la civilización y de la cultura europea.

La fuente más importante sobre su vida es el segundo libro de los Diálogos de san Gregorio Magno. No es una biografía en el sentido clásico. Según las ideas de su época, san Gregorio quiso ilustrar mediante el ejemplo de un hombre concreto —precisamente san Benito— la ascensión a las cumbres de la contemplación, que puede realizar quien se abandona en manos de Dios. Por tanto, nos presenta un modelo de vida humana como ascensión hacia la cumbre de la perfección.

En el libro de los Diálogos, san Gregorio Magno narra también muchos milagros realizados por el santo. También en este caso no quiere simplemente contar algo extraño, sino demostrar cómo Dios, advirtiendo, ayudando e incluso castigando, interviene en las situaciones concretas de la vida del hombre. Quiere mostrar que Dios no es una hipótesis lejana, situada en el origen del mundo, sino que está presente en la vida del hombre, de cada hombre.

Esta perspectiva del «biógrafo» se explica también a la luz del contexto general de su tiempo: entre los siglos V y VI, el mundo sufría una tremenda crisis de valores y de instituciones, provocada por el derrumbamiento del Imperio Romano, por la invasión de los nuevos pueblos y por la decadencia de las costumbres. Al presentar a san Benito como «astro luminoso», san Gregorio quería indicar en esta tremenda situación, precisamente aquí, en esta ciudad de Roma, el camino de salida de la «noche oscura de la historia» (cf. Juan Pablo II, Discurso en la abadía de Montecassino, 18 de mayo de 1979, n. 2: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 27 de mayo de 1979, p. 11).

De hecho, la obra del santo, y en especial su Regla, fueron una auténtica levadura espiritual, que cambió, con el paso de los siglos, mucho más allá de los confines de su patria y de su época, el rostro de Europa, suscitando tras la caída de la unidad política creada por el Imperio Romano una nueva unidad espiritual y cultural, la de la fe cristiana compartida por los pueblos del continente. De este modo nació la realidad que llamamos «Europa».

La fecha del nacimiento de san Benito se sitúa alrededor del año 480. Procedía, según dice san Gregorio de la región de Nursia, ex provincia Nursiae. Sus padres, de clase acomodada, lo enviaron a estudiar a Roma. Él, sin embargo, no se quedó mucho tiempo en la ciudad eterna. Como explicación totalmente creíble, san Gregorio alude al hecho de que al joven Benito le disgustaba el estilo de vida de muchos de sus compañeros de estudios, que vivían de manera disoluta, y no quería caer en los mismos errores. Sólo quería agradar a Dios: «soli Deo placere desiderans» (Dial. II, Prol. 1).

Así, antes de concluir sus estudios, san Benito dejó Roma y se retiró a la soledad de los montes que se encuentran al este de la ciudad eterna. Después de una primera estancia en el pueblo de Effide (hoy Affile), donde se unió durante algún tiempo a una «comunidad religiosa» de monjes, se hizo eremita en la cercana Subiaco. Allí vivió durante tres años, completamente solo, en una gruta que, desde la alta Edad Media, constituye el «corazón» de un monasterio benedictino llamado «Sacro Speco» (Gruta sagrada).

El período que pasó en Subiaco, un tiempo de soledad con Dios, fue para san Benito un momento de maduración. Allí tuvo que soportar y superar las tres tentaciones fundamentales de todo ser humano: la tentación de autoafirmarse y el deseo de ponerse a sí mismo en el centro; la tentación de la sensualidad; y, por último, la tentación de la ira y de la venganza.

San Benito estaba convencido de que sólo después de haber vencido estas tentaciones podía dirigir a los demás palabras útiles para sus situaciones de necesidad. De este modo, tras pacificar su alma, podía controlar plenamente los impulsos de su yo, para ser artífice de paz a su alrededor. Sólo entonces decidió fundar sus primeros monasterios en el valle del Anio, cerca de Subiaco.

En el año 529, san Benito dejó Subiaco para asentarse en Montecassino. Algunos han explicado que este cambio fue una manera de huir de las intrigas de un eclesiástico local envidioso. Pero esta explicación resulta poco convincente, pues su muerte repentina no impulsó a san Benito a regresar (Dial. II, 8). En realidad, tomó esta decisión porque había entrado en una nueva fase de su maduración interior y de su experiencia monástica.

Según san Gregorio Magno, su salida del remoto valle del Anio hacia el monte Cassio —una altura que, dominando la llanura circunstante, es visible desde lejos—, tiene un carácter simbólico: la vida monástica en el ocultamiento tiene una razón de ser, pero un monasterio también tiene una finalidad pública en la vida de la Iglesia y de la sociedad: debe dar visibilidad a la fe como fuerza de vida. De hecho, cuando el 21 de marzo del año 547 san Benito concluyó su vida terrena, dejó con su Reglay con la familia benedictina que fundó, un patrimonio que ha dado frutos a través de los siglos y que los sigue dando en el mundo entero.

En todo el segundo libro de los Diálogos, san Gregorio nos muestra cómo la vida de san Benito estaba inmersa en un clima de oración, fundamento de su existencia. Sin oración no hay experiencia de Dios. Pero la espiritualidad de san Benito no era una interioridad alejada de la realidad. En la inquietud y en el caos de su época, vivía bajo la mirada de Dios y precisamente así nunca perdió de vista los deberes de la vida cotidiana ni al hombre con sus necesidades concretas.

Al contemplar a Dios comprendió la realidad del hombre y su misión. En su Regla se refiere a la vida monástica como «escuela del servicio del Señor» (Prol. 45) y pide a sus monjes que «nada se anteponga a la Obra de Dios» (43, 3), es decir, al Oficio divino o Liturgia de las Horas. Sin embargo, subraya que la oración es, en primer lugar, un acto de escucha (Prol. 9-11), que después debe traducirse en la acción concreta. «El Señor espera que respondamos diariamente con obras a sus santos consejos», afirma (Prol. 35).

Así, la vida del monje se convierte en una simbiosis fecunda entre acción y contemplación «para que en todo sea glorificado Dios» (57, 9). En contraste con una autorrealización fácil y egocéntrica, que hoy con frecuencia se exalta, el compromiso primero e irrenunciable del discípulo de san Benito es la sincera búsqueda de Dios (58, 7) en el camino trazado por Cristo, humilde y obediente (5, 13), a cuyo amor no debe anteponer nada (4, 21; 72, 11), y precisamente así, sirviendo a los demás, se convierte en hombre de servicio y de paz. En el ejercicio de la obediencia vivida con una fe animada por el amor (5, 2), el monje conquista la humildad (5, 1), a la que dedica todo un capítulo de su Regla (7). De este modo, el hombre se configura cada vez más con Cristo y alcanza la auténtica autorrealización como criatura a imagen y semejanza de Dios.

A la obediencia del discípulo debe corresponder la sabiduría del abad, que en el monasterio «hace las veces de Cristo» (2, 2; 63, 13). Su figura, descrita sobre todo en el segundo capítulo de laRegla, con un perfil de belleza espiritual y de compromiso exigente, puede considerarse un autorretrato de san Benito, pues —como escribe san Gregorio Magno— «el santo de ninguna manera podía enseñar algo diferente de lo que vivía» (Dial. II, 36). El abad debe ser un padre tierno y al mismo tiempo un maestro severo (2, 24), un verdadero educador. Aun siendo inflexible contra los vicios, sobre todo está llamado a imitar la ternura del buen Pastor (27, 8), a «servir más que a mandar» (64, 8), y a «enseñar todo lo bueno y lo santo más con obras que con palabras» (2, 12). Para poder decidir con responsabilidad, el abad también debe escuchar «el consejo de los hermanos» (3, 2), porque «muchas veces el Señor revela al más joven lo que es mejor» (3, 3). Esta disposición hace sorprendentemente moderna una Regla escrita hace casi quince siglos. Un hombre de responsabilidad pública, incluso en ámbitos privados, siempre debe saber escuchar y aprender de lo que escucha.

San Benito califica la Regla como «mínima, escrita sólo para el inicio» (73, 8); pero, en realidad, ofrece indicaciones útiles no sólo para los monjes, sino también para todos los que buscan orientación en su camino hacia Dios. Por su moderación, su humanidad y su sobrio discernimiento entre lo esencial y lo secundario en la vida espiritual, ha mantenido su fuerza iluminadora hasta hoy.
Pablo VI, al proclamar el 24 de octubre de 1964 a san Benito patrono de Europa, pretendía reconocer la admirable obra llevada a cabo por el santo a través de la Regla para la formación de la civilización y de la cultura europea. Hoy Europa, recién salida de un siglo herido profundamente por dos guerras mundiales y después del derrumbe de las grandes ideologías que se han revelado trágicas utopías, se encuentra en búsqueda de su propia identidad.

Para crear una unidad nueva y duradera, ciertamente son importantes los instrumentos políticos, económicos y jurídicos, pero es necesario también suscitar una renovación ética y espiritual que se inspire en las raíces cristianas del continente. De lo contrario no se puede reconstruir Europa. Sin esta savia vital, el hombre queda expuesto al peligro de sucumbir a la antigua tentación de querer redimirse por sí mismo, utopía que de diferentes maneras, en la Europa del siglo XX, como puso de relieve el Papa Juan Pablo II, provocó «una regresión sin precedentes en la atormentada historia de la humanidad» (Discurso a la asamblea plenaria del Consejo pontificio para la cultura, 12 de enero de 1990, n. 1: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 28 de enero de 1990, p. 6). Al buscar el verdadero progreso, escuchemos también hoy la Regla de san Benito como una luz para nuestro camino. El gran monje sigue siendo un verdadero maestro que enseña el arte de vivir el verdadero humanismo.ial. II, 36). El gran Papa escribió estas palabras en el año 592; el santo monje había muerto cincuenta años antes y todavía seguía vivo en la memoria de la gente y sobre todo en la floreciente Orden religiosa que fundó. San Benito de Nursia, con su vida y su obra, ejerció una influencia fundamental en el desarrollo de la civilización y de la cultura europea.

La fuente más importante sobre su vida es el segundo libro de los Diálogos de san Gregorio Magno. No es una biografía en el sentido clásico. Según las ideas de su época, san Gregorio quiso ilustrar mediante el ejemplo de un hombre concreto —precisamente san Benito— la ascensión a las cumbres de la contemplación, que puede realizar quien se abandona en manos de Dios. Por tanto, nos presenta un modelo de vida humana como ascensión hacia la cumbre de la perfección.

En el libro de los Diálogos, san Gregorio Magno narra también muchos milagros realizados por el santo. También en este caso no quiere simplemente contar algo extraño, sino demostrar cómo Dios, advirtiendo, ayudando e incluso castigando, interviene en las situaciones concretas de la vida del hombre. Quiere mostrar que Dios no es una hipótesis lejana, situada en el origen del mundo, sino que está presente en la vida del hombre, de cada hombre.

Esta perspectiva del «biógrafo» se explica también a la luz del contexto general de su tiempo: entre los siglos V y VI, el mundo sufría una tremenda crisis de valores y de instituciones, provocada por el derrumbamiento del Imperio Romano, por la invasión de los nuevos pueblos y por la decadencia de las costumbres. Al presentar a san Benito como «astro luminoso», san Gregorio quería indicar en esta tremenda situación, precisamente aquí, en esta ciudad de Roma, el camino de salida de la «noche oscura de la historia» (cf. Juan Pablo II, Discurso en la abadía de Montecassino, 18 de mayo de 1979, n. 2: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 27 de mayo de 1979, p. 11).

De hecho, la obra del santo, y en especial su Regla, fueron una auténtica levadura espiritual, que cambió, con el paso de los siglos, mucho más allá de los confines de su patria y de su época, el rostro de Europa, suscitando tras la caída de la unidad política creada por el Imperio Romano una nueva unidad espiritual y cultural, la de la fe cristiana compartida por los pueblos del continente. De este modo nació la realidad que llamamos «Europa».

La fecha del nacimiento de san Benito se sitúa alrededor del año 480. Procedía, según dice san Gregorio de la región de Nursia, ex provincia Nursiae. Sus padres, de clase acomodada, lo enviaron a estudiar a Roma. Él, sin embargo, no se quedó mucho tiempo en la ciudad eterna. Como explicación totalmente creíble, san Gregorio alude al hecho de que al joven Benito le disgustaba el estilo de vida de muchos de sus compañeros de estudios, que vivían de manera disoluta, y no quería caer en los mismos errores. Sólo quería agradar a Dios: «soli Deo placere desiderans» (Dial. II, Prol. 1).

Así, antes de concluir sus estudios, san Benito dejó Roma y se retiró a la soledad de los montes que se encuentran al este de la ciudad eterna. Después de una primera estancia en el pueblo de Effide (hoy Affile), donde se unió durante algún tiempo a una «comunidad religiosa» de monjes, se hizo eremita en la cercana Subiaco. Allí vivió durante tres años, completamente solo, en una gruta que, desde la alta Edad Media, constituye el «corazón» de un monasterio benedictino llamado «Sacro Speco» (Gruta sagrada).

El período que pasó en Subiaco, un tiempo de soledad con Dios, fue para san Benito un momento de maduración. Allí tuvo que soportar y superar las tres tentaciones fundamentales de todo ser humano: la tentación de autoafirmarse y el deseo de ponerse a sí mismo en el centro; la tentación de la sensualidad; y, por último, la tentación de la ira y de la venganza.

San Benito estaba convencido de que sólo después de haber vencido estas tentaciones podía dirigir a los demás palabras útiles para sus situaciones de necesidad. De este modo, tras pacificar su alma, podía controlar plenamente los impulsos de su yo, para ser artífice de paz a su alrededor. Sólo entonces decidió fundar sus primeros monasterios en el valle del Anio, cerca de Subiaco.

En el año 529, san Benito dejó Subiaco para asentarse en Montecassino. Algunos han explicado que este cambio fue una manera de huir de las intrigas de un eclesiástico local envidioso. Pero esta explicación resulta poco convincente, pues su muerte repentina no impulsó a san Benito a regresar (Dial. II, 8). En realidad, tomó esta decisión porque había entrado en una nueva fase de su maduración interior y de su experiencia monástica.

Según san Gregorio Magno, su salida del remoto valle del Anio hacia el monte Cassio —una altura que, dominando la llanura circunstante, es visible desde lejos—, tiene un carácter simbólico: la vida monástica en el ocultamiento tiene una razón de ser, pero un monasterio también tiene una finalidad pública en la vida de la Iglesia y de la sociedad: debe dar visibilidad a la fe como fuerza de vida. De hecho, cuando el 21 de marzo del año 547 san Benito concluyó su vida terrena, dejó con su Reglay con la familia benedictina que fundó, un patrimonio que ha dado frutos a través de los siglos y que los sigue dando en el mundo entero.

En todo el segundo libro de los Diálogos, san Gregorio nos muestra cómo la vida de san Benito estaba inmersa en un clima de oración, fundamento de su existencia. Sin oración no hay experiencia de Dios. Pero la espiritualidad de san Benito no era una interioridad alejada de la realidad. En la inquietud y en el caos de su época, vivía bajo la mirada de Dios y precisamente así nunca perdió de vista los deberes de la vida cotidiana ni al hombre con sus necesidades concretas.

Al contemplar a Dios comprendió la realidad del hombre y su misión. En su Regla se refiere a la vida monástica como «escuela del servicio del Señor» (Prol. 45) y pide a sus monjes que «nada se anteponga a la Obra de Dios» (43, 3), es decir, al Oficio divino o Liturgia de las Horas. Sin embargo, subraya que la oración es, en primer lugar, un acto de escucha (Prol. 9-11), que después debe traducirse en la acción concreta. «El Señor espera que respondamos diariamente con obras a sus santos consejos», afirma (Prol. 35).

Así, la vida del monje se convierte en una simbiosis fecunda entre acción y contemplación «para que en todo sea glorificado Dios» (57, 9). En contraste con una autorrealización fácil y egocéntrica, que hoy con frecuencia se exalta, el compromiso primero e irrenunciable del discípulo de san Benito es la sincera búsqueda de Dios (58, 7) en el camino trazado por Cristo, humilde y obediente (5, 13), a cuyo amor no debe anteponer nada (4, 21; 72, 11), y precisamente así, sirviendo a los demás, se convierte en hombre de servicio y de paz. En el ejercicio de la obediencia vivida con una fe animada por el amor (5, 2), el monje conquista la humildad (5, 1), a la que dedica todo un capítulo de su Regla (7). De este modo, el hombre se configura cada vez más con Cristo y alcanza la auténtica autorrealización como criatura a imagen y semejanza de Dios.

A la obediencia del discípulo debe corresponder la sabiduría del abad, que en el monasterio «hace las veces de Cristo» (2, 2; 63, 13). Su figura, descrita sobre todo en el segundo capítulo de laRegla, con un perfil de belleza espiritual y de compromiso exigente, puede considerarse un autorretrato de san Benito, pues —como escribe san Gregorio Magno— «el santo de ninguna manera podía enseñar algo diferente de lo que vivía» (Dial. II, 36). El abad debe ser un padre tierno y al mismo tiempo un maestro severo (2, 24), un verdadero educador. Aun siendo inflexible contra los vicios, sobre todo está llamado a imitar la ternura del buen Pastor (27, 8), a «servir más que a mandar» (64, 8), y a «enseñar todo lo bueno y lo santo más con obras que con palabras» (2, 12). Para poder decidir con responsabilidad, el abad también debe escuchar «el consejo de los hermanos» (3, 2), porque «muchas veces el Señor revela al más joven lo que es mejor» (3, 3). Esta disposición hace sorprendentemente moderna una Regla escrita hace casi quince siglos. Un hombre de responsabilidad pública, incluso en ámbitos privados, siempre debe saber escuchar y aprender de lo que escucha.

San Benito califica la Regla como «mínima, escrita sólo para el inicio» (73, 8); pero, en realidad, ofrece indicaciones útiles no sólo para los monjes, sino también para todos los que buscan orientación en su camino hacia Dios. Por su moderación, su humanidad y su sobrio discernimiento entre lo esencial y lo secundario en la vida espiritual, ha mantenido su fuerza iluminadora hasta hoy.
Pablo VI, al proclamar el 24 de octubre de 1964 a san Benito patrono de Europa, pretendía reconocer la admirable obra llevada a cabo por el santo a través de la Regla para la formación de la civilización y de la cultura europea. Hoy Europa, recién salida de un siglo herido profundamente por dos guerras mundiales y después del derrumbe de las grandes ideologías que se han revelado trágicas utopías, se encuentra en búsqueda de su propia identidad.

Para crear una unidad nueva y duradera, ciertamente son importantes los instrumentos políticos, económicos y jurídicos, pero es necesario también suscitar una renovación ética y espiritual que se inspire en las raíces cristianas del continente. De lo contrario no se puede reconstruir Europa. Sin esta savia vital, el hombre queda expuesto al peligro de sucumbir a la antigua tentación de querer redimirse por sí mismo, utopía que de diferentes maneras, en la Europa del siglo XX, como puso de relieve el Papa Juan Pablo II, provocó «una regresión sin precedentes en la atormentada historia de la humanidad» (Discurso a la asamblea plenaria del Consejo pontificio para la cultura, 12 de enero de 1990, n. 1: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 28 de enero de 1990, p. 6). Al buscar el verdadero progreso, escuchemos también hoy la Regla de san Benito como una luz para nuestro camino. El gran monje sigue siendo un verdadero maestro que enseña el arte de vivir el verdadero humanismo.

JULIO 10 - DOMINGO XV DEL TIEMPO ORDINARIO

LA FUERZA DE LA SEMILLA Y EL VALOR DE ACOGERLA

La Palabra de Dios que se proclama en todo el mundo católico en este día, es una bella oportunidad para reflexionar sobre dos elementos que Jesús nos pone en relación: LA FUERZA DE SU MENSAJE Y LOS DIVERSOS MODOS DE RECIBIRLO.
'La Palabra de Dios es viva y eficaz', es la convicción del autor de la carta a los Hebreos, La Palabra Divina es vida y con su fuerza realiza obras magníficas. El pueblo de Israel reconoce el valor de esta Palabra potente y canta su fuerza en varios escritos: el capítulo 1 del Génesis es una afirmación de fe en la fuerza de la Voz divina que todo lo crea: 'Dios dijo y existió'; así también varios Salmos muestran la misma convicción. La Semilla de la que nos habla Jesús, nos dice Él mismo, es imagen de la Palabra, ¿Qué valor tiene una semilla? Puede ser una elemento insignificante... Pero si no las tuviéramos, ¿cómo sería nuestra vida? ¿De qué nos alimentaríamos? ¿Cómo es posible que un elemento así pueda 'contener' un árbol frutal o una nutritiva verdura? Así pues, la Palabra de Dios tiene un PODER DE VIDA, en quien es capaz, o mejor, está disponible para recibirla y dejar que ella obra por sí misma, sólo hay que ser tierra buena, 'maleable' por la acción de Dios y aquí viene la segunda parte: Diversos modos de recibir la Palabra.
Jesús, Nuestro Señor, es consciente que el ser humano asume posturas diversas ante Él, en su mismo contexto, no muchos fueron tan disponibles a su acción, unos fueron como un camino en el que las aves se comen el grano, o como terreno pedregoso, donde las raíces no tienen fuerza para aferrarse o como terreno entre zarzas, malezas donde la planta se ahoga, o bien, como la tierra buena, que está húmeda, es maleable, y permite a las raíces tomar profundidad para alimentarse y así la planta irse levantando del modo conveniente hasta dar fruto o sombra o belleza. Nosotros también ahora, de muy diversos modos, acogemos el mensaje divino y puede ser que nuestro corazón no sea tan diverso del de los contemporáneos de Jesús. ¿Qué tanta acogida tenemos del mensaje de Jesús? ¿Qué tanta acogida tenemos de Jesús mismo? ¿Dejamos que Él obre maravillas en nosotros? Para realizar esto se requiere de tiempo, paciencia, perseverancia, dejarnos penetrar por Jesús, dejar que TOME RAÍCES en nuestro corazón para que lo vaya transformando según su poder y voluntad. La Oración es un gran momento de siembra, mientras dispongamos de tiempo para ella, el Señor Jesús sabrá irnos dando su propia forma y así lentamente iremos dando el fruto que Él de nosotros espera.

SEÑOR JESÚS, BUEN SEMBRADOR, NOSOTROS QUEREMOS SER CAMPO BUENO DONDE TU PALABRA, TÚ MISMO, PUEDA DAR FRUTO PARA SALVACIÓN DE MUCHOS.
SABEMOS QUE PUEDAS ROMPER LA DUREZA DE NUESTRO CORAZÓN PARA NO DEJAR QUE TU PALABRA SE LA LLEVE EL MALIGNO... PUEDES ROMPER LA DUREZA DE NUESTRO CORAZÓN PARA NO DESFALLECER CUANDO VENGAN LOS PROBLEMAS, LOS DESPRECIOS, LAS ANGUSTIAS, LAS EXIGENCIAS POR TU SEGUIMIENTO... PUEDES ROMPER LA DUREZA DE NUESTRO CORAZÓN, CUANDO TANTAS SEDUCCIONES NOS ROBAN TU CENTRALIDAD Y NO DEJAMOS QUE REINES COMO EL PRIMERO Y BELLO DE NUESTRAS VIDAS... CON TU DIVINO ESPÍRITU VEN A NOSOTROS Y ABÓNANOS... AMÉN


LITURGIA DE LA PALABRA

Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (55,10-11):

Así dice el Señor: «Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo.»

Palabra de Dios
Salmo
Sal 64,10.11.12-13.14

R/.
La semilla cayó en tierra buena y dio fruto

Tú cuidas de la tierra,
la riegas y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de agua,
preparas los trigales. R/.

Riegas los surcos,
igualas los terrones,
tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes. R/.

Coronas el año con tus bienes,
tus carriles rezuman abundancia;
rezuman los pastos del páramo,
y las colinas se orlan de alegría. R/.

Las praderas se cubren de rebaños,
y los valles se visten de mieses,
que aclaman y cantan. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8,18-23):

Sostengo que los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá. Porque la creación, expectante, está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios; ella fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por uno que la sometió; pero fue con la esperanza de que la creación misma se vería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto. Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo.

Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,1-23):

Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente se quedó de pie en la orilla.
Les habló mucho rato en parábolas: «Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y, como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta. El que tenga oídos que oiga.»

Palabra del Señor

lunes, 4 de julio de 2011

SANTA MARÍA GORETTI, virgen y mártir


Santa María Goretti nació en Corinaldo (Italia) el 16 de octubre de 1890, hija de Luis Goretti y Assunta Carlini, ambos campesinos. María fue la segunda de seis hijos.

Vivió en el seno de una familia humilde y perdió a su padre a los diez años por causa del paludismo.

Como consecuencia de la muerte de su padre, la madre de María Goretti tuvo que trabajar dejando la casa y los hermanos menores a cargo de ésta quien realizaba sus obligaciones con alegría y cada semana asistía a clases de catecismo. A los once años hizo su primera comunión, haciéndose, desde entonces, el firme propósito de morir antes que cometer un pecado.

En la misma finca donde vivía María trabajaba Alejandro Serenelli, quien se enamoró de María que en ese entonces contaba con doce años. Serenelli, a causa de lecturas impuras, se dedicó a buscar a María haciéndole propuestas que la santa rechazaba haciendo que Serenelli se sintiera despreciado.

El 5 de julio de 1902 Serenelli fue en busca de María quien estaba sola en su casa y al encontrarla la invitó a ir a una recámara de la casa a lo que María se negó por lo que aquél la forzó. María se negaba advirtiéndole a Serenelli que lo que pretendía era pecado y que no accedería a sus pretensiones por lo que éste la atacó con un cuchillo clavándoselo catorce veces.

María no murió inmediatamente, fue trasladada al hospital de San Juan de Dios donde los médicos la operaron sin antescia porque no había y durante dos horas la santa soportó el sufrimiento ofreciendo a Dios sus dolores. Antes de morir, un día después del ataque, María alcanzó a recibir la comunión y la unción de los enfermos e hizo público su perdón a Serenelli.

El asesino fue condenado a 30 años de prisión donde al principio no daba muestras de arrepentimiento. La tradición cuenta que después de un sueño donde María le dijo que él también podía ir al cielo, Serenelli cambió completamente volviéndose hacia Dios y ofreciendo sus trabajos y sufrimientos en reparación de sus pecados.

Después de 27 años de cárcel fue liberado y acudió a pedir perdón a la madre de la santa, quien no solo lo perdonó sino que lo defendió en público alegando que si Dios y su hija lo habían perdonado, ella no tenía porque no perdonarlo.

La fama de María Goretti se extendía cada vez más y fueron apareciendo las muestras de santidad, que fue fruto de su cercanía a Dios y su devoción a la Virgen María. Después de numerosos estudios, la Santa Sede la canonizó el 24 de junio de 1950 en una ceremonia que se tuvo que realizar en la Plaza de San Pedro debido a la cantidad de asistentes que se calculaban en más de quinientas mil personas.

En la ceremonia de canonización acompañaron a Pío XII, la madre, dos hermanas y un hermano de María. Durante esta ceremonia Su Santidad Pío XII exaltó la virtud de la santa y sus estudiosos afirman que por la vida que llevó aún cuando no hubiera sido mártir habría merecido ser declarada santa.

Padre Dios, que eres fuerza de las almas inocentes y te complaces en los corazones limpios,
tú que otorgaste a santa María Goretti la palma del martirio en la edad juvenil,
concédenos, por su intercesión, la constancia en tus mandamientos,
así como a esta virgen le diste la victoria en el combate.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

JULIO 3 - DOMINGO XIV DEL TIEMPO ORDINARIO




LA CRISTO TERAPIA

Para profundizar en el mensaje de la Palabra de Dios que se proclama en todo la Iglesia en este Domingo te comparto esta reflexión:

La Sagrada Escritura nos regala hoy una palabra CONSOLADORA, propuesta para ser animados en la fe. El pueblo de Israel vivió momentos muy duros dentro de su historia, la lectura del profeta Zacarías (9, 9-10) que hemos escuchado se enmarca precisamente en un desolador contexto, los israelitas se encuentran dominados por los Persas (alrededor del s. V a.C.), la destrucción, la esclavitud los apabullan; pero el buen Señor no los va a dejar así, les promete un Rey ‘justo y salvador’, a través de él serán fortalecidos y llegarán tiempos de paz, en los que el bienestar se recuperará, por ello tienen que estar alegres.

El Santo Evangelio hemos de sentirlo nosotros como una gran invitación de Jesús al consuelo:

- VENGAN A MÍ TODOS LOS QUE ESTÁN CANSADOS Y AGOBIADOS QUE YO LOS ALIVIARÉ: ¿De qué podemos estar cansados? Cómo no contemplar un mundo frenético, en el que muchas veces no se sabe para dónde ir, se crea la visión de no tener tiempo para sí, para los otros, para el mismo Señor Dios, nuestro mundo se cansa por tanto acelere… Las guerras, injusticias, muerte, en muy diversas manifestaciones, nos hablan de las dolencias de muchos y las ambiciones de otros tantos… Cuántas luchas y cuántos males nos asedian a diario y no muy lejos de nosotros… SÓLO JESÚS ES LA SOLUCIÓN EFICAZ (‘los aliviaré’¡¡¡)

- CARGUEN SOBRE USTEDES MI YUGO Y APRENDAN DE MÍ QUE SOY PACIENTE Y HUMILDE CORAZÓN: Jesús no nos ‘carga’ dejándonos al margen; él nos ayuda a asumir nuestras responsabilidades según su criterio y así nos sana y salva, cada uno debe ser responsable de su vida y proyectos, sintiéndose animado por el Salvador y sobre todo permaneciendo en su SEGUIMIENTO; hemos de aprender de Él, no de los famosos de la TV, por más bellos y adinerados que sean, no han de ser modelo nuestro los políticos corruptos, los narcotraficantes, los violentos en tan diversos sectores... hemos de APRENDER DE JESÚS, no de otro o de otras filosofías tan desorientadas que hoy nos rodean y se presentan como la solución, pero que a ningún lugar firme llevan… Los dos valores que Jesús nos regala piden nuestra atención: paciencia y humildad… No dejar que el acelerarnos desoriente la ruta segura - no dejar que una falsa imagen de sí nos haga perder la verdadera identidad… este es el camino más seguro para vernos aliviados, libres o como dicen muchos hoy: SENTIRSE BIEN CONSIGO MISMO Y CON LOS DEMÁS.

- MI YUGO ES LLEVADERO Y MI CARGA LIGERA: ¿Será posible seguir el ejemplo de Jesús? El Salvador nos da la garantía, con su ayuda se puede conseguir la salvación, la fortaleza, la sanación. Sabe que podemos asumir este reto, por eso nos dice que no hemos de temer al peso de la invitación.

Cada Eucaristía es un momento privilegiado para gozar del cumplimiento de esta invitación de Jesús. ¿A qué voy a la Eucaristía? Vengamos con la convicción de acoger la invitación de Jesús, venir como necesitados de su descanso y curación. La Palabra de Dios que se proclama es enseñanza – yugo seguro para saber cómo vivir bien. Recibir la comunión Santa es acoger la mejor medicina, la CRISTOTERAPIA completa de la liberación y del gozo.

SEÑOR JESÚS, GRACIAS POR TU GRAN INVITACIÓN A PARTICIPAR DE TU MISTERIO. TE ENTREGAMOS NUESTRAS LUCHAS: PROYECTOS – ENFERMEDADES – DIFICULTADES FAMILIARES, LABORALES, etc. CONSUÉLANOS, SÁNANOS, FORTIFÍCANOS CON SU SANTO ALIMENTO. AMEN

LECTURAS DE LA MISA

ZACARÍAS 9, 9-10

9 . ¡Exulta sin freno, hija de Sión, grita de alegría, hija de Jerusalén! He aquí que viene a ti tu rey: justo él y victorioso, humilde y montado en un asno, en un pollino, cría de asna. 10 . El suprimirá los cuernos de Efraím y los caballos de Jerusalén; será suprimido el arco de combate, y él proclamará la paz a las naciones. Su dominio irá de mar a mar y desde el Río hasta los confines de la tierra.

SALMO 145 (144): Bendeciré tu nombre pos siempre Señor.

CARTA A LOS ROMANOS 8, 9.11-13

9 . Mas vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no le pertenece;... 11 Y si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, Aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos dará también la vida a vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que habita en vosotros. 12 Así que, hermanos míos, no somos deudores de la carne para vivir según la carne, 13 pues, si vivís según la carne, moriréis. Pero si con el Espíritu hacéis morir las obras del cuerpo, viviréis.

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 11, 25-30

25 En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: « Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. 26 Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. 27 Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. 28 « Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. 29 Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. 30 . Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.