PEREGRINO DE SANTIAGO

ALIENTOS PARA EL CAMINO

"Mi pasado Señor lo confío a tu misericordia,
mi presente a tu amor,
mi futuro a tu providencia"

jueves, 22 de diciembre de 2011

LA NATIVIDAD DEL SEÑOR


LA PALABRA DE DIOS SE HIZO CARNE
SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SALVADOR
25 de diciembre

Celebrar la vida es algo común en las diversas culturas, hacer eco al cumpleaños parece unirnos de modo especial a los seres humanos, puede que algunos no lo hagan; pero es especial el hecho de sentirnos reconocidos de modo particular una vez al año: EL DÍA QUE VINIMOS AL MUNDO.
Dentro de nuestro ciclo de celebraciones litúrgicas hacemos referencia al ‘nacimiento’ al cielo de los Santos teniendo como punto de referencia el día de su muerte, pues es en este día en que verdaderamente gozaron de la vida plena que ya gustaban desde la tierra. De todos modos, los creyentes no han dejado de recordar la venida a este mundo de algunos personajes que han marcado de modo especial la realización de esta misma historia, así conmemoramos el Nacimiento de san Juan Bautista (24 de junio), el de Nuestra Señora la Virgen María (8 de septiembre) y el de Nuestro Salvador (25 de diciembre). Las vidas de ellos han dejado una huella invaluable dentro de la historia de la Salvación, pues el tiempo y el espacio no son iguales desde que Dios es Emmanuel: ‘Dios-con-nosotros’.
Valorando el por qué conmemoramos los nacimientos del Salvador, su Madre y el Bautista, podemos inquietarnos en la razón del día escogido para ello ¿será que ese día nacieron para nuestro mundo? No nos vamos a centrar en los tres señalados, solamente acerquémonos a la fecha escogida para la Natividad de Nuestro Salvador ante la cercanía de su celebración: 25 de diciembre.

En el año 5199 de la Creación del mundo, cuando Dios, en el principio, hizo de la nada los cielos y la tierra; el año 2957 después del diluvio; el año 2015 del nacimiento de Abraham; el año 1510 desde Moisés y la salida de Egipto del pueblo de Israel; el año de 1032 desde que David fue ungido rey; en la sexagésima quinta semana, de acuerdo con la profecía de Daniel; durante la centésima nonagésima cuarta olimpiada; en el año 752 de la fundación de Roma; en el cuadragésimo segundo año del reinado de Octavio Augusto, cuando toda la tierra estaba en paz, en la sexta edad del mundo: Jesucristo, Dios eterno e Hijo del eterno Padre, con el deseo de consagrar al mundo con su arribo, concebido por el Espíritu Santo y cuando hubieron pasado nueve meses desde su concepción, nació en Belén de Judá', de la Virgen María y se hizo hombre. Ese fue el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo según la carne.
(Martirologio Romano)


Un antiguo documento del año 354 llamado el Cronógrafo confirma la existencia en Roma de esta fiesta el 25 de diciembre, que corresponde a la celebración pagana del solsticio de invierno “Natalis solis invicti”, esto es, el nacimiento del nuevo sol que, después de la noche más larga del año, readquiría nuevo vigor (Claro está que no se saben las razones positivas por las que se eligió el 25 de diciembre para conmemoración de esta festividad, y el caso ha sido objeto de acaloradas discusiones: Tras el estudio del padre Delehaye, el monje Dom B. Botte publicó una discusión sistemática, y a veces excesivamente minuciosa, sobre el origen de la fiesta de Navidad, estudio éste donde el autor afirma que todas las pruebas nos obligan a admitir que la asignación de la fecha del nacimiento de Nuestro Señor al 25 de diciembre se debe a la celebración pagana del Natalis Invicti precisamente en ese día. En apoyo de esta idea, debe recordarse que mientras dominaba o prevalecía extensamente el paganismo, los cristianos, las gens lucífuga, tenían poderosas razones para ocultarse y disimular sus creencias y sus prácticas bajo celebraciones o símbolos que no llamasen la atención de sus perseguidores. Por otra parte, Mons. Duchesne sostiene que el nacimiento de Cristo se identificó con la fecha del 25 de diciembre, porque existía la creencia de que la Encarnación de Cristo había ocurrido en la misma fecha en que murió y que ambas coincidían con el equinoccio de primavera, el 25 de Marzo. También existía la creencia ampliamente aceptada de que igual fecha correspondió a la creación del mundo. De acuerdo con las investigaciones del padre Michel Andrieu, esas teorías no son enteramente irreconciliables y hay algo de verdad en ambas.
Ver: http://www.churchforum.org/25-diciembre-natividad-nuestro-senor-jesucristo.htm (8-IX-2011))

Al celebrar en este día el nacimiento de quien es el verdadero Sol, la luz del mundo, que surge de la noche del paganismo, se quiso dar un significado totalmente nuevo a una tradición pagana muy sentida por el pueblo, porque coincidía con las ferias de Saturno, durante las cuales los esclavos recibían dones de sus patrones y se los invitaba a sentarse a su mesa, como libres ciudadanos. Sin embargo, con la tradición cristiana, los regalos de Navidad hacen referencia a los dones de los pastores y de los reyes magos al Niño Jesús.
En oriente se celebraba la fiesta del nacimiento de Cristo el 6 de enero, con el nombre de Epifanía, que quiere decir “manifestación”; después la Iglesia oriental acogió la fecha del 25 de diciembre, práctica ya en uso en Antioquía hacia el 376, en tiempo de San Juan Crisóstomo, y en el 380 en Constantinopla. En occidente se introdujo la fiesta de la Epifanía, última del ciclo navideño, para conmemorar la revelación de la divinidad de Cristo al mundo pagano (Ver: http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=683 (8-IX-2011). Ver: http://es.wikipedia.org/wiki/Natividad (8-IX-2011): El sistema que se utiliza actualmente fue inventado por el monje Dionisio el Exiguo, a quien el canciller Papal Bonifacio pidió que encontrara un sistema para calcular la fecha de la Pascua. Entonces, Dionisio decidió utilizar el nacimiento de Cristo como punto de referencia en vez del sistema que se utilizaba. Calculó erróneamente que Jesús nació el 25 de diciembre del año 753 AUC (ab urbe condita, desde la fundación de Roma), tomando entonces el año que apenas comenzaba, 754 AUC, como el año 1 D.C. Este sistema no fue aceptado en aquella época, aunque siglos después fue adoptado por varias poblaciones hasta convertirse en el sistema predeterminado de facto. La fecha del 25 de diciembre fue adoptada como la fecha de la Navidad, aunque no se sabe cómo Dionisio la calculó.
Mucho tiempo después, se descubrió que el sistema de Dionisio era inexacto, ya que había calculado erróneamente la fecha del nacimiento de Jesús. Dionisio estableció el año inicial de la era D.C. entre 5 y 7 años después del que debió haber sido, por lo que Jesús nació aproximadamente entre el año 5 y 7 a. C. El sistema no pudo ser alterado ya que la mayoría del mundo lo había adoptado, y hacer un cambio tan radical sería totalmente difícil.).


 Un testimonio particularmente interesante de conocer es el dado por la Peregrina Egeria: cuando ella visitó Jerusalén, hacia fines del siglo cuarto, la Navidad se observaba todavía como parte de la Epifanía el día 6 de enero, pero ya se daba mayor importancia al aspecto del nacimiento del Señor. Egeria describe de qué manera, en la víspera del 6 de Enero, el obispo, los sacerdotes, los monjes y el pueblo de Jerusalén, se trasladaban a Belén y hacían una estación solemne en la cueva de la Natividad. A la media noche, se organizaba una procesión que marchaba de regreso a Jerusalén mientras entonaba el oficio de la aurora. Después, durante el día, los cristianos volvían a reunirse para una celebración solemne de la Santa Eucaristía, que se iniciaba en la gran basílica de Constantino (el Martyriorí) y culminaba en la capilla de la Resurrección (la Anastasis). 
En el siglo sexto, las festividades que se llevaban a cabo en Jerusalén, fueron imitadas en Roma. A la hora "del canto del gallo", es decir después de la media noche, el Papa celebraba la misa en la Basílica Liberiana (Santa María la Mayor), a donde fueron trasladadas las supuestas reliquias del pesebre de madera donde estuvo recostado el Niño Jesús. Después del alba, marchaban los fieles en procesión hasta San Pedro donde el Papa cantaba la segunda misa. Entre la media noche y el alba, había otra celebración en la iglesia de Santa Anastasia, junto al Palatino. A mediados del siglo doce, comenzó a cantarse la tercera misa, la del día de Navidad, en Santa María la Mayor, debido a la gran distancia que había entre la basílica de San Pedro y la de Letrán, donde vivía el Papa por entonces. Este fue el origen de las tres misas que todo sacerdote debe celebrar en la Navidad.

Estas referencias históricas son interesantes para comprender de dónde vienen nuestras actuales celebraciones, el misterio que celebramos no es pertenencia nuestra, es de hombres y mujeres que a lo largo de muchos siglos han reconocido en Jesucristo a su Salvador, en ellos nos reconocemos nosotros, pues buscamos el mismo objetivo: alabar y bendecir a Dios Nuestro Padre porque en su Hijo Jesucristo ha derramado todo su amor para con nosotros al entregárnoslo como Redentor en nuestra propia carne.


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