¿NO ESTOY YO AQUÍ QUE SOY TU MADRE?
Cómo no poner un mensaje en torno a un gran regalo que el Padre Dios nos ha hecho a todos los Americanos en la Virgen María, que en su paso por nuestras tierras ha dejado su huella en la hermosa advocación de GUADALUPE. María se ha mostrado cercana con nuestros pueblos y bajo su manto sintámonos invitados a encontrar un refugio seguro y un aliento frecuente para conocer y amar más a Jesucristo, Nuestro Único Salvador.

Virgen Santísima de Guadalupe, Madre de Dios, Señora y
Madre nuestra. Venos aquí postrados ante tu santa imagen, que nos dejaste
estampada en la tilma de Juan Diego, como prenda de amor, bondad y
misericordia. Aún siguen resonando las palabras que dijiste a Juan con inefable
ternura: "Hijo mío queridísimo, Juan a quien amo como a un pequeñito y
delicado," cuando radiante de hermosura te presentaste ante su vista en el
cerro del Tepeyac.
Haz que merezcamos oír en el fondo del alma esas mismas
palabras. Sí, eres nuestra Madre; la Madre de Dios es nuestra Madre, la mas
tierna, la mas compasiva. Y para ser nuestra Madre y cobijarnos bajo el manto
de tu protección te quedaste en tu imagen de Guadalupe.
Virgen Santísima de
Guadalupe, muestra que eres nuestra Madre. Defiéndenos en las tentaciones,
consuélanos en las tristezas, y ayúdanos en todas nuestras necesidades. En los
peligros, en las enfermedades, en las persecuciones, en las amarguras, en los
abandonos, en la hora de nuestra muerte, míranos con ojos compasivos y no te
separes jamás de nosotros.
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